

Secciones
Servicios
Destacamos
Leer a Byung-Chul Han es sencillo. No se sirve de terminologías oscuras ni de reflexiones incomprensibles, sino que su mensaje a todos apela. Difícil ... no sentirse tocado por sus palabras sobre este hoy de hipercomunicación y móviles y al mismo tiempo de falta absoluta de entendimiento. Los libros del flamante Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades son un retrato del hoy que se puede antojar pesimista, pero él no lo ve así: «Mi objetivo no es catastrofizar el mundo, sino iluminarlo. Mi tarea como filósofo es explicar en qué tipo de sociedad vivimos. Cuando digo que el régimen neoliberal explota la libertad en lugar de suprimirla, o que el teléfono móvil es el objeto devocional del régimen de la información digital, no tiene nada que ver con el fatalismo. La filosofía es decir la verdad», dejó dicho en una entrevista este hombre nacido en Seúl (Corea del Sur) en 1959 y afincado en Alemania desde los 22 años, en cuya lengua ha escrito sus exitosos libros, con títulos tan conocidos como 'La sociedad del cansancio'.
Es demoledor el pensamiento que aporta en sus libros y lo son sus palabras sobre este presente que analiza. «El mundo se está volviendo cada vez menos tangible, más nublado y más fantasmal. Nada es sustancial», ha dicho también quien sostiene que la información se ha convertido en una suerte de droga. El universo online nos quita más que nos da: «La digitalización desmaterializa, desencarna y, finalmente, despoja a la sustancia de nuestro mundo. También elimina los recuerdos. En lugar de hacer un seguimiento de los recuerdos, acumulamos datos e información. Todos nos hemos convertido en infomaníacos», señala. El móvil es, a su juicio, un instrumento de dominación.
Crítico al extremo con el sistema neoliberal, el pensador surcoreano retrata una sociedad que pese a creerse libre no lo es, que vive en la presión laboral y la depresión vital, que ha convertido sus patologías en neuronales. No solo eso. Tampoco sabemos, a su juicio, relacionarnos con el planeta. «No basta con que ahora tengamos que ser más cuidadosos con la Tierra como recurso. Más bien, necesitamos una relación completamente diferente con la Tierra. Deberíamos devolverle su magia, su dignidad. Deberíamos aprender a maravillarnos de ello nuevamente. Los desastres naturales son consecuencias de la acción humana absoluta. La acción es el verbo de la historia».
Su pensamiento se adentra en muy diferentes ámbitos. En todos. También en el de las relaciones amorosas, afectadas por la digitalización no solo de la mano de Tinder. «El amor requiere mucho compromiso, pero evitamos este compromiso porque conduce al daño. Evitamos la pasión y el enamoramiento duele demasiado», afirma el pensador, que enlaza lo dicho con otros aspectos que circundan la existencia occidental. «El 'me gusta' acelera la comunicación, mientras que el 'no me gusta' la ralentiza. De manera similar, ser herido ralentiza la comunicación», afirma.
Pese a lo dicho, no quiere demonizar el medio digital ni las redes, que tienen formas de ser empleadas de la manera correcta. Él alerta, pone el ojo en el huracán con el que nos toca vivir, que es al tiempo pulcro, pulido y suavizado en una forma de huir de las heridas que en realidad acechan desde otros frentes, como el laboral, que nos asfixia, nos quema y no nos deja espacio ni para jugar ni para aburrirnos. Y lo uno y lo otro son parte de la esencia humana: «Lo contrario de la sociedad del juego es nuestra sociedad del rendimiento, nuestra sociedad del cansancio, en la que cada uno se explota voluntariamente a sí mismo creyendo que así se está autorrealizando. Nos matamos a base de autorrealizarnos. Nos matamos a base de optimizarnos. Pero el hombre no es un homo laborans, sino un homo ludens. El hombre ha nacido para jugar, no para trabajar», sostenía en otra de sus entrevistas en la que cada palabra cuenta.
La manera de salvarnos está en pensar. Pero la filosofía tampoco tiene hueco en ese universo neoliberal que él rechaza. Así lo explicaba hace seis años: «El pensamiento meditativo y filosófico es el único capaz de engendrar algo totalmente distinto. Hoy vivimos en un infierno neoliberal de lo igual. Para este infierno de lo igual resulta un peligro el pensar, la filosofía, porque interrumpe lo igual a favor de lo totalmente distinto, es más, a favor de una forma de vida totalmente distinta. Por eso es precisamente en el infierno de lo igual donde habría que introducir la filosofía como asignatura obligatoria, en lugar de eliminarla. De lo contrario solo prosigue lo igual. La revolución empieza con el pensamiento. La filosofía es la comadrona de la revolución».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.