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«Su obra revela una capacidad extraordinaria para comunicar de forma precisa y directa nuevas ideas en las que se recogen tradiciones filosóficas de Oriente ... y Occidente. El análisis de Han resulta sumamente fértil y proporciona explicaciones sobre cuestiones como la deshumanización, la digitalización y el aislamiento de las personas. Su mirada intercultural arroja luz sobre fenómenos complejos del mundo contemporáneo y ha encontrado un amplio eco entre público de diversas generaciones». Son esas las razones del jurado que a mediodía de ayer convirtió a Byung-Chul Han en flamante Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades. Es una buena síntesis de lo que ofrece el pensamiento de este hombre nacido en Corea en 1959 y afincado en Alemania desde los 22 años que da vueltas en su privilegiada cabeza a aspectos que a todos nos apelan, nos son cercanos, nos definen y nos circundan.
En 2010 publicó 'La sociedad del cansancio', un título que podría resumir en tres palabras la mirada que hace sobre este hoy, una crítica contundente al estilo de vida occidental al que llega desde la mirada oriental. Él ha dibujado un mundo que vive esclavo y que habita la dictadura contemporánea del neoliberalismo, que es egoísta, narcisista, individualista e hipertransparente, que ha dejado de lado la meditación y la reflexión y cuyos relatos se alejan de la verdad para adentrarse en la nada.
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Quien está considerado sucesor de filósofos como Roland Barthes, Giorgio Agamben y Peter Sloterdijk es crítico con este occidente que habita y en el que ha visto cómo sus obras se traducían al español, danés, italiano, coreano, sueco, francés, rumano y ruso, entre otras lenguas. Nacido en Seúl, la capital de Corea del Sur, en 1959, llegó a Alemania siendo un veinteañero y allí se formó en Filosofía en la Universidad de Friburgo y Literatura alemana y Teología en la de Múnich. Martin Heidegger fue la figura a la que dedicó su tesis doctoral antes de dar clases en Basilea y Karlsruhe. En la actualidad es profesor de Filosofía y Estudios culturales en la Universidad de las Artes de Berlín.
Autor de más de una decena de títulos, Herder ha traducido al castellano la mayoría. El prólogo de la 'La sociedad del cansancio' ya avanza mucho lo que es su forma de ver y sentir el mundo: «El mito de Prometeo se podría reinterpretar como una escenificación de la estructura psíquica del hombre contemporáneo: un sujeto que, viéndose forzado a aportar rendimiento, se inflige violencia y guerrea contra sí mismo. Aunque este sujeto forzado a aportar rendimiento se figura que es libre, lo cierto es que, en realidad, está tan encadenado como Prometeo». Y arranca aún más fuerte hablando de que si cada tiempo tiene enfermedades que le definen, las de hoy son neuronales: «La depresión, el trastorno del déficit de atención e hiperactividad, el trastorno límite de la personalidad, el síndrome del desgaste laboral».
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Son fruto esos males –sostiene– de un exceso de positividad: «El culto a la positividad aísla a las personas, las vuelve egoístas y suprime la empatía, porque a las personas ya no les interesa el sufrimiento ajeno. Cada uno se ocupa de sí mismo, de su felicidad, de su propio bienestar. En el régimen neoliberal, el culto a la positividad hace que la sociedad se vuelva insolidaria», escribe en 'El espíritu de la esperanza'.
Esa mirada desencantada y demoledora sobre el hoy la lleva a todos los ámbitos de la vida contemporánea. En 'La crisis de la narrativa', por ejemplo, habla de cómo nos contamos hoy rodeados de smartphones. El prólogo es pura elocuencia: «Las narraciones capaces de transformar el mundo y de descubrir nuevas dimensiones nunca las crea la voluntad de una sola persona. Su surgimiento obedece más bien a un proceso complejo, en el que participan diversas fuerzas y distintos actores. En definitiva, son la expresión del modo de sentir de una época. Esas narraciones, con su verdad intrínseca, son lo contrario de las narrativas aligeradas, intercambiables y devenidas contingentes, es decir, de las micronarrativas del presente, que carecen de toda gravitación y pretensión de verdad».
Es un pensamiento muy popular el suyo, pero no tan conocido en ámbitos académicos donde sus planteamientos no son ajenos a las críticas en absoluto. Tiene también su legión de detractores, que no aplauden esa mirada cruda en torno al enjambre digital que habitamos, la crítica al exceso de transparencia y exposición pública que se cierne incluso amenazante sobre las relaciones amorosas y afectivas o que lamenta el ruido que genera la hipercomunicación. Cuestiona la libertad y hasta el amor. Eso hace en 'La agonía del Eros'. Así lo explica en el arranque de esta obra: «(...) hoy está en marcha algo que ataca al amor más que la libertad sin fin o las posibilidades ilimitadas. No solo el exceso de oferta de 'otros' conduce a la crisis del amor, sino también la erosión del otro, que tiene lugar en todos los ámbitos de la vida y va unida a un excesivo narcisismo de la propia mismidad».
Otra pista más de esa mirada desalentada sobre este mundo confuso la da en 'La expulsión de lo distinto', en el que comienza hablando del terror a lo igual: «Los tiempos en los que existía 'el otro' se han ido (...) Hoy, la negatividad del otro deja paso a la positividad de lo igual. Lo proliferación de lo igual es lo que constituye las alteraciones patológicas de las que está aquejado el cuerpo social. (...) El signo patológico de los tiempos actuales no es la represión, es la depresión. La presión destructiva no viene del otro, proviene del interior».
Las temáticas se entremezclan en los diferentes libros de este autor que ha recibido los premios Bristol des Lumières y Salzburg State Prize for Future Research y ha protagonizado el documental 'La sociedad del cansancio: Byung-Chul Han en Seúl y Berlín' dirigido por Isabella Gresser y estrenado hace diez años. Se cruzan pero conducen a un mismo lugar. En 'El aroma del tiempo' habla del 'arte de demorarse' y cuenta que la manera en la que gestionamos los minutos y las horas nos descoloca y desordena. «El sentimiento de que la vida se acelera, en realidad, viene de la percepción de que el tiempo da tumbos sin rumbo alguno».
Y en ese tiempo se produce 'La salvación de lo bello', otro de sus títulos, siempre reveladores en sí mismos, que en nada engañan al lector. Lo que aquí se encuentra es de nuevo una mirada desangelada al presente: «Lo pulido, pulcro, liso e impecable es la seña de identidad de la época actual. Es en lo que coinciden las esculturas de Jeff Koons, los iPhones y la depilación brasileña», arranca el el volumen, que subraya que lo impecable sonsaca 'me gusta' y elimina toda negatividad.
En 'El enjambre', más. Aquí se adentra en el vertiginoso crecimiento de los medios electrónicos. «Nos embriagamos hoy con el medio digital, sin que podamos valorar por completo las consecuencias de esta embriaguez. Esta ceguera y la simultánea obnubilación constituyen la crisis actual».
En 'Psicopolítica' profundiza en la explotación de la libertad. «Hoy creemos que no somos un sujeto sometido, sino un proyecto libre que constantemente se plantea y se reinventa. Este tránsito del sujeto al proyecto va a compañado de la sensación de libertad. Pues bien, el propio proyecto se muestra como una figura de coacción, incluso como una forma eficiente de subjetivación y de sometimiento». Una sociedad esclava y egoísta. Así lo ve y lo cuenta quien inaugura el palmarés de los Premios Princesa de Asturias 2025.
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