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Siri Hustvedt, ayer, en el Hotel de la Reconquista, donde se hizo la entrevista.

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Siri Hustvedt, ayer, en el Hotel de la Reconquista, donde se hizo la entrevista. PABLO LORENZANA

Premio Princesa de Asturias de las Letras 2019 | «Solo tengo una certeza: nadie está en posesión de la verdad»

Siri Hustvedt Premio Princesa de las Letras«El humor es una herramienta contra el machismo, las ideas sexistas son tan ridículas que solo me hacen reír y la risa es una forma de desarmar al otro»

M. F. ANTUÑA

Miércoles, 16 de octubre 2019, 02:43

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Alas seis de la mañana empieza a escribir; la tarde la dedica a leer. Y dice, con gesto y voz sentidos, que no podría renunciar a ninguna de esas pasiones: «Sería terrible si no pudiera leer o escribir más. Espero no estar nunca en esa situación». Siri Hustvedt (EE UU, 64 años), Princesa de Asturias de las Letras, novelista, feminista, humanista, filósofa, amante del arte, mente curiosa siempre atenta a la caza del porqué, clama por un mundo igualitario, por romper las estructuras de poder masculino y los mitos de género.

-Dice que cuanto más sabe más preguntas se hace. ¿Tiene ahora más dudas que cuarenta años atrás?

-Pues gran parte de ellas siguen ahí. Depende de en qué esté trabajando aparecen dudas. Recientemente estaba estudiando sobre la embriología humana y de pronto descubrí las metáforas que se utilizan para referirse a ella, que en muchos casos tienen un propósito ideológico y eso es algo que no se sabe en el mundo científico y sobre lo que me planteo preguntas, porque siempre quiero saber el porqué. Ocurre que esto me llevará a la historia de la embriología y ahora empezaré a leer textos del XIX o del XX para ver si puedo encontrar el desarrollo de esas metáforas... Así que sí, leo cosas muy raras. (Risas).

«La gente tiende a culpar a la tecnología de situaciones creadas por el ser h umano»

-Si las dudas le asaltan continuamente, ¿cuáles son sus certezas?

-Solo tengo una: estoy totalmente segura de que no hay nadie que esté en posesión de la verdad y creo que la gente que piensa que lo está puede ser muy peligrosa.

-Creo que hay otra certeza: que Trump es uno de esos. ¿Qué dudas mirando al futuro le plantea él?

-Aunque nunca hayamos tenido un presidente como Donald Trump, él podría desaparecer mañana mismo si no hubiera millones de americanos que le apoyan. Lo que vemos no es algo nuevo, es el desarrollo de heridas muy antiguas dentro de nuestra cultura, como el legado de la esclavitud, el maltrato a las personas de color, el sexismo, la misoginia... Trump es la encarnación de las llagas del país, del racismo y la xenofobia, lacras antiguas que existen en EE UU pero que han florecido ahora y creo que eso tiene que ver con los cambios demográficos. Más pronto que tarde seremos un país donde la mitad de la gente hablará español y tendremos más personas de color que blancas y esto provoca un miedo enorme a muchas personas.

-¿En qué medida el mundo global y virtual en el que vivimos contribuye a generarnos más dudas?

-Suelo decir que siempre hay dos maneras de ver las cosas. Personalmente he dado la bienvenida a los documentos médicos y científicos que puedo encontrar 'online' de forma rápida, eso demuestra lo pequeño que es el mundo. Lo mismo que ocurre con el cambio climático o con todos los populismos, que se parecen mucho entre sí, ya sea en EE UU, en Alemania, en España o incluso los nacionalistas hindúes... Todos tienen una retórica parecida, y eso es debido a que la comunicación está disponible de forma instantánea. Igualmente nos permite ser testigos de estas matanzas en masa que hemos visto en directo desde Nueva Zelanda o Estados Unidos. Pero creo que la gente tiende a culpar a la tecnología de todo lo que pasa en lugar de hacer un ejercicio de introspección y darse cuenta de que son situaciones creadas por seres humanos que simplemente se ven aceleradas por la tecnología. Nada de eso lo hacen un ordenador, internet o las redes sociales, alguien tiene que darle al botón.

-Sostiene que el humor es un arma para luchar contra el machismo. Díganos cómo.

-El humor es una herramienta extraordinaria. Quizá porque soy mayor, me doy cuenta de que estas ideas machistas o sexistas son ridículas y solo me hacen reír. Pero es que, además, es bastante eficaz la risa; es cierto que en ocasiones algunos se enfadan, pero es una manera de desarmar al otro cuando demuestras que no tiene ningún sentido. Tenemos la idea de que el sexo puede determinar lo bien o mal que cocina alguien y es absolutamente absurdo, el mundo está lleno de ejemplos que demuestran lo contrario. En nuestro mundo los hombres tímidos o modestos son castigados, al igual que las mujeres agresivas o con mucha seguridad en sí mismas. Y no sé por qué alguien querría vivir en un mundo así, necesitamos habitar un universo de tolerancia hacia las cualidades femeninas y masculinas, nadie quiere compartir tiempo con alguien que es totalmente masculino o femenino, necesitamos la mezcla. Hay masculinidad y feminidad en todos los seres humanos.

-¿Queda mucho por batallar?

-La idea de que el feminismo no es necesario es un gran mito que hay que combatir con todas las fuerzas. Todavía hay mujeres no escolarizadas en muchas zonas del mundo, las estructuras de poder dominantes están en manos de hombres, sin hablar de la misoginia inconsciente, que está no solo en los hombres sino también en las mujeres y que crea esa separación. Esa idea implícita del progreso, de que el mundo mejora día a día, puede ser una farsa. No creo que el mundo esté mejorando. Por ejemplo, en nuestra cultura se sigue asociando el intelecto con el hombre y el cuerpo y las emociones con la mujer, eso todavía está ahí. Y cualquier mujer ha experimentado formas de discrimación, incluida yo, que he aprendido a gestionarlo: lo mejor es no enfadarse, no frustrarse, mantener la calma.

-Cambiamos de tercio. ¿Cuál es su proceso para escribir?

-Cuando escribo ficción, la historia empieza a cocinarse dentro de mí, los personajes primero se van formando, hay una noción de la trama... Pero también, a veces, simplemente tengo que escribir una ponencia porque me lo han pedido, y es algo tan prosaico como hacer un esquema, llegar a casa y ponerme a ello.

-¿Y cómo le llegan los temas para sus ensayos?

-Es algo que de pronto aparece, me genera curiosidad y empiezo a preguntarme por qué. Le cuento: hace poco di una ponencia en una conferencia filosófica en París y dije que en las pinturas occidentales en los cuadros no había imágenes de mujeres dando a luz hasta Frida Kahlo y, sin embargo, en otras culturas sí las tienen. Pero después de la ponencia, varias mujeres me mandaron imágenes en el arte medieval, de placentas, pero eso, en general, se ha eliminado y yo quiero descubrir por qué.

-¿En qué obras está trabajando?

-Actualmente estoy escribiendo un libro acerca de la medicina, sobre ideas y ciencias que influyen en la medicina y la política, tengo una novela y he estado trabajando en un libro sobre la placenta.

-Es una gran amante del arte y el Prado es uno de los premiados. ¿Su primer recuerdo del museo?

-Goya. Me encanta Goya... Y 'El Jardín de las Delicias' de El Bosco, 'Las Meninas'... Todo el museo es un tesoro extraordinario. Cuando voy a los grandes museos, el Louvre, el Prado, el Met, lo que hago es que elijo un cuadro, voy, dedico unas horas a estar delante y luego me marcho, porque si estoy demasiado tiempo me abruma y me llega a sentar mal, me da dolor de tripa. (Risas).

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