La eutanasia autorizada a Zoraya ter Beek, una joven de 29 años que padece depresión crónica
La neerlandesa, que sufre depresión crónica, agravada por trastorno límite de la personalidad y autismo, tomó la decisión de eutanasia en 2020 y un tribunal de Países Bajos se la concede
Durante casi 30 años Zoraya ter Beek arrastra una depresión crónica que no ha logrado mejorar, a pesar de haber probado todos los tratamientos posibles. Este es el caso de esta joven neerlandesa de 29 años que, además de esta enfermedad, sufre ansiedad, traumas y trastorno de personalidad no especificado, a lo que se suma haber sido diagnosticada con autismo. Ha probado todo tipo de tratamiento —terapias de conversación, medicación y decenas de sesiones de terapia electroconvulsiva (TEC)—, pero sin éxito alguno. La gota que colmó el vaso y que le rompió todos los esquemas fue un comentario tras una consulta psiquiátrica: «No hay nada más que podamos hacer por ti. Nunca mejorarás».
En 2020 tomó la decisión de morir con asistencia médica (eutanasia) al experimentar «un sufrimiento insoportable». Ter Beek recibió hace unos días la aprobación final de un tribunal de Países Bajos para poner fin a su vida. El proceso ha durado tres años y medio, ella ha asegurado que en este tiempo «nunca ha dudado» sobre su decisión. «Me he sentido culpable: tengo pareja, familia, amigos y no estoy ciego a su dolor. También me he sentido asustada, pero estoy absolutamente decidida a seguir adelante», explica en una entrevista a The Guardian. Tras la autorización de eutanasia dice sentir «alivio». «Ha sido una lucha muy larga», confiesa la joven que llegó a recibir muchas críticas en redes sociales que le obligaron a borrar todas sus cuentas.
Su caso ha suscitado controversia, ya que la muerte asistida para personas con enfermedades psiquiátricas en Países Bajos sigue siendo inusual, aunque su número va en aumento. La legislación de este país regula la eutanasia desde 2002 y establece que para que una persona pueda acceder a la muerte asistida debe experimentar un «sufrimiento insoportable sin perspectivas de mejora», como precisamente ha alegado esta joven que llegado el momento un equipo médico -en el mes de mayo- se desplazará hasta su casa para otorgarle su decisión. «Comenzarán dándome un sedante y no me darán los medicamentos que detienen mi corazón hasta que esté en coma. Para mí será como quedarme dormida. Mi compañero estará allí, pero le dije que está bien si necesita salir de la habitación antes del momento de la muerte», detalló sobre su inminente final y, como ella dice, donde encontrará «cierta paz».