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Así lo contó EL COMERCIO.

Una broma que acabó a tiros

Hace cien años, un disparo accidental en Lavandera, donde un grupo de vecinos estaba recogiendo trigo terminó en el hospital

Lunes, 31 de julio 2023, 01:30

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Eran casi cincuenta vecinos, dieciséis hombres y treinta y tantas mujeres. Unos de Lavandera, otros de las parroquias inmediatas. Todos unidos en comunidad para recoger el trigo en una andecha organizada por Andrés Blanco. Una reunión que en principio no revestía ningún tipo de peligro. Pero en aquel caso, sí. La cosa acabó a tiros, y lo contamos en EL COMERCIO hace hoy un siglo. «Entre los 'andechadores'», decíamos, «se encontraban los jóvenes Delfina Menéndez, de 19 años, de Muñó, y Bautista Corujo Quintana, de 20 años, de Lavandera; son los protagonistas del suceso que nos ocupa». Había ocurrido que, a eso de las cuatro de la tarde, «sobre el campo voló una bandada de cuervos. Todos los obreros hicieron sitio en sus faenas y se quedaron contemplando los pájaros».

Entonces, uno de los labradores hizo un comentario que enseguida se revelaría muy desafortunado. «¡Qué tiru tienen estos aeroplanos!», retó. O eso -que aquellas palabras eran un reto, un guante lanzado al suelo para probar su valía o habilidad como tirador- creyó Bautista. Lo contaría él mismo, horas después, a la Guardia Civil. Que al oír esas palabras «echó mano al bolso para sacar la pistola, y, al alzar el brazo, se oyó una detonación, cayendo al suelo Delfina Menéndez, a quien había alcanzado el proyectil». Estaba herida en la cabeza, desmayada, con las espigas que hasta entonces había estado recogiendo en su macona desparramadas alrededor. La tragedia, en un segundo. Pronto la auténtica andecha dejó de ser la recolección: lo prioritario, ahora, era salvar la vida de Delfina. Acomodada, como se pudo «en una escalera para conducirla a Caldones», fue trasladada desde allí hasta «el lugar denominado 'La Mina'». Y de allí, en la ambulancia de 'Paz y Caridad', hasta Gijón.

Todo ocurrió por una broma, pero menuda broma. La joven herida acabó siendo intervenida de urgencia, con una herida de bala en el parietal izquierdo, de pronóstico grave; y fue trasladada al Hospital de Caridad. Nadie negó sus culpas, pero tampoco nadie dejó de lamentarse de la facilidad con la que, hace un siglo, se disparaban las armas y se ponían en juego las vidas. Tampoco había nada nuevo bajo el sol.

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