El peculiar debate de la música que Gijón vivió hace un siglo
Un encarnizado debate plenario concluyó que la Banda de Gijón solo debía tocar en el centro de la ciudad, pues en la aldea no sería valorada
Ocurrió hace ahora un siglo. Rodríguez Blanco, concejal gijonés (había sido alcalde el año anterior), llevó al Pleno la propuesta de prohibir que la Banda de Gijón, subvencionada municipalmente, fuera a tocar «a los barrios extremos y aldeas». Inaudito, pero finalmente, en efecto, se prohibió. Defendía Rodríguez Blanco que «es muy sensible que dicha agrupación que costea el Ayuntamiento vaya un día a dar audiciones al lado de una taberna de barrio y otro al lado de otras situadas en las aldeas, dejando sin audiciones a la ciudad (...). Se trata de una banda de música que va convirtiéndose en una banda para las aldeas. Para llevarla a estos puntos», concluía, «debe pedirse permiso a la Corporación, evitando que sirva de aliciente para nutrir los cajones de los taberneros».
Solo un concejal se le echó encima, pero la polémica fue grande, y también se desarrolló en asturiano. Cuando Fernández Junquera, que había sido delegado de la banda en cuestión, adujo, en defensa de Blanco, que esta no pintaba mucho en el extrarradio, porque allí «los aldeanos solo bailan al son de la música del país», el concejal Valdés Prida, único defensor de la música en la periferia, replicó, que estos también bailarían el 'agarrao'. «¡Cá!», contestó en la lengua vernácula Junquera. «Non bailen más que el xiringüelo», dijo, extendiendo los brazos en un ademán de baile. «Gústa-yos más».
Elevar el nivel
No estuvo exento del debate cierto clasismo. Otro edil, Muñiz Alvargonzález, defendió que si para algo se subvencionaba la banda era «para elevar el nivel cultural del pueblo, lo que no se consigue llevándola a las verbenas donde toca bailables corrientes. En otro caso, procede retirar la subvención». Solo ante el peligro, Valdés Prida replicó que la banda debía estar en todas partes donde se celebrasen fiestas. «Para eso la paga el Ayuntamiento». «Pero no para amenizar el acto de romper un tonel», alegaba Blanco; «puede suceder que con el tiempo no pueda tocar ni en la ciudad ni en las aldeas por haber perdido todo su mérito artístico». Ni música tradicional, ni aldeas; entendiendo como tales, también, a Pumarín, Granda o El Llano: ese día se aprobó, en el Pleno, que la banda municipal solo tocase en el centro de la ciudad.