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Estatua de Don Pelayo en la plaza del Marqués de Gijón. Purificación Citoula
«Los musulmanes no conquistaron Asturias porque poco más había que unos rebaños de cabras», asegura una profesora catalana

«Los musulmanes no conquistaron Asturias porque poco más había que unos rebaños de cabras», asegura una profesora catalana

Eugènia de Pagès i Bergés asegura en su ensayo que se creó el mito de Don Pelayo para presentar a España como defensora de la Iglesia católica

EFE

Barcelona

Sábado, 30 de septiembre 2017, 16:33

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La profesora de Historia Eugènia de Pagès i Bergés denuncia en su libro "No m'ho van ensenyar a l'escola" los "vacíos, inexactitudes e incluso tergiversaciones" que incluyen los manuales oficiales de historia de España.

Eugènia de Pagés, que estudió el bachillerato durante el franquismo, ejerció como profesora de Historia desde finales de los 70 hasta los años 90, cuando dominaba "cierta influencia marxista, sana respecto a la franquista, pero un poco maniquea", ha dicho en una entrevista a Efe.

En el ensayo, publicado por Pagés Editors, la autora se hace preguntas a las que intenta dar respuestas, con un estilo divulgativo y asequible, porque "los libros de historia suelen ser algo pesados, con demasiadas notas muy densas".

Uno de los primeros temas que aborda la autora es el de la denominada "Reconquista", que, según la historiadora, "no fue tal" y para ello recuerda la célebre frase de Ortega y Gasset en "España invertebrada": "yo no entiendo cómo se puede llamar reconquista a una cosa que dura ocho siglos".

En el mismo contexto histórico, se ocupa de la figura del Cid, palabra que en árabe quiere decir 'señor', que fue "un mercenario que trabajaba para el mejor postor, fuera cristiano o musulmán, pero que a partir del siglo XIX se convirtió en uno de los elementos claves del nacionalismo español, el mismo que creó el mito de Don Pelayo para presentar a España como defensora de la Iglesia católica".

En las crónicas de la época se hablaba de "conquistar o ganar, no de reconquistar" y, las crónicas musulmanas justifican la no conquista de Asturias porque era "poco botín una franja en la que poco más había que unos rebaños de cabras".

Considera la autora que es conveniente distinguir entre mito y tergiversación: "Un mito, si es verdad, no es un mito, es historia, y si es mentira, si está manipulado, es una tergiversación".

Todas las culturas europeas, añade, tienen mitos fundacionales, "relatos en los que nos sentimos reconocidos, que normalmente se basan en un hecho histórico, pero que pueden no ser totalmente verídicos".

La tergiversación, en cambio, "utiliza un hecho histórico para unos efectos relacionados con el presente".

En su relato, Eugènia de Pagès sitúa la "hora cero o fecha fundacional" de la tergiversación de la historia de España: "la gran ruptura de la sociedad española no se produjo en 1975, con la muerte del dictador, sino en 1939, como demuestra que las grandes instituciones actuales son herederas de 1939", o por el sistema de partidos "que se parece bastante al de la Restauración del siglo XIX, con partidos dinásticos".

Se ocupa la historiadora también de la Guerra de sucesión española y de 1714, que, siguiendo las ideas de Ernest Lluch, circunscribe a una "guerra europea, tras la cual hubo una represión brutal y perdió el modelo austriacista, que era más parecido al de los estados nación que han tirado adelante, más basados en el parlamentarismo que en el modelo francés".

Aprovecha la autora para criticar el "presentismo" que a menudo asalta a los historiadores: "La mirada del historiador se hace desde el presente inevitablemente, pero no se puede analizar el pasado con las gafas del presente exclusivamente, y no se debería aplicar, por ejemplo, la concepción moral actual a la del siglo XVI".

En la parte final del ensayo, Eugènia de Pagès niega que la Transición fuera un "cuento de hadas" y lo que la autora denomina el "aznarato" a su juicio, "define muy bien toda una época".

En su opinión, las tranquilas aguas del lago reflejaban "una aparente democracia real", una imagen que se desvaneció por dos causas: "la crisis económica y la aparición del soberanismo catalán".

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