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Miércoles con Lucía Feito, psicóloga

Lucía Feito, psicóloga: «El verano, con su promesa de felicidad, puede convertirse en una lupa que amplifica las heridas invisibles»

La psicóloga Lucía Feito explica cómo afrontar el verano cuando no nos sentimos tan bien como se espera

Lucía Feito

Oviedo

Miércoles, 9 de julio 2025

Llega el verano, y con él la promesa del descanso. En las redes abundan las imágenes de planes perfectos, amistades numerosas, familias felices y cuerpos bronceados. Sin embargo, en la consulta —y en la vida real— también se hacen visibles otras realidades más silenciosas: personas que no lo están pasando bien. Porque a veces, el tiempo libre, en lugar de aliviar, amplifica lo que duele.

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Durante el año vivimos con el piloto automático activado. Las rutinas nos dan una estructura que, aunque agotadora, nos protege del contacto directo con lo que sentimos. Pero cuando el ritmo baja, cuando el trabajo se detiene y los días se llenan de espacios vacíos, algo se mueve por dentro. Y no siempre es paz.

Es entonces cuando muchas personas se dan cuenta de que están más tristes de lo que pensaban, más cansadas, más irritables o más ansiosas. También puede aparecer una sensación profunda de soledad. Una soledad que quizás ya estaba, pero que ahora, sin la distracción del día a día, se hace evidente. No se trata solo de no tener con quién compartir las vacaciones, sino de sentirse desconectado incluso estando acompañado.

El verano, con su promesa de felicidad, puede convertirse en una lupa que amplifica las heridas invisibles: heridas de infancia, relaciones que no terminan de sanar, vínculos que pesan más de lo que aportan, la presión de estar «bien» cuando por dentro algo duele.

A esto se suma un ingrediente silencioso pero poderoso: la comparación. Las redes sociales funcionan como escaparates de una felicidad muchas veces idealizada, donde lo que se muestra es solo una parte de la historia. Al comparar nuestra vida interna con esas imágenes externas, solemos salir perdiendo. Y no porque nuestra vida esté mal, sino porque la comparación no es justa. Comparamos nuestro detrás de cámaras con la versión editada del otro. Y eso nos puede hacer sentir aún más desconectados o insuficientes.

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Pero no es que el descanso «nos haga mal». Es que nos permite sentir. Y eso, aunque incómodo, también puede ser un regalo. Porque cuando bajamos el volumen del ruido externo, empezamos a escuchar lo que de verdad necesitamos.

Por eso, si este verano te encuentras más irritable, más sensible, o más solo/a de lo que esperabas, no estás fallando. Estás sintiendo. Y sentir es el primer paso para cuidar(se).

Algunas claves que pueden ayudar:

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  • Darte permiso para estar como estás, sin exigencias.

  • Ser amable contigo mismo/a, sin compararte con los demás.

  • Conectar con lo que sí te hace bien: una llamada, un paseo, un libro, una siesta.

  • Y si lo necesitas, pedir ayuda profesional. No es señal de debilidad, sino de valentía.

El verano no siempre es fácil. Pero puede ser un momento para escucharte, reconocerte y empezar a hacerte un poco más de sitio. Para que, incluso en medio de la soledad o el malestar, puedas sentir que hay un camino posible. Y que no estás solo/a en recorrerlo.

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