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«Fuimos a jugar el Teresa Herrera, en La Coruña, en pretemporada. Recuerdo que nos tocó en semifinales el Sporting de Lisboa y ganamos 2- ... 0, y, luego, el Dépor, que perdimos 1-0. Pero competimos muy bien. Mi hijo Diego, que tenía de aquella 12 años, y Juan Maribona me dijeron que, si íbamos a jugar así durante el año, subíamos fijo». Un vaticinio para un ascenso histórico, el del Sporting de Gijón de los 'guajes', del que se cumplirán diez años el próximo 7 de junio. EL COMERCIO da comienzo con una entrevista a Abelardo, líder de aquel proyecto, a una serie de reportajes y entrevistas semanales para recordar aquel inolvidable curso 2014-2015. «Me sigo emocionando viendo los vídeos», reconoce 'El Pitu', que pisa por primera vez El Molinón después de su abrupta salida del club en enero de 2023 y de su desencuentro con el Grupo Orlegi, un episodio que no quiere tocar.
–¿Cambiaría ese ascenso por una 'Champions' con el Barça?
–No, qué va. Para nada. Ese ascenso no lo cambio por nada. Es el momento más bonito que he vivido como futbolista y como entrenador.
–¿Hacía mucho que no venía a El Molinón?
–Desde que dejé de ser entrenador del Sporting. No me gusta venir, lo paso mal. Los partidos los suelo ver en casa. Además, por mi trabajo en 'Movistar', viajo casi todos los fines de semana. Pero es un estadio precioso, una pasada. El Sporting es un club que tendría que estar en Primera y asentado, pero las circunstancias son las que son. Espero que dentro de poco podamos revivir otra vez un ascenso.
–¿Qué tiene más presente en su cabeza la celebración en el Benito Villamarín, el 7 de junio de 2015, o la fiesta del día siguiente, con los actos en El Molinón y en el Ayuntamiento?
–Los dos días. Y también, claro, cuando esa misma noche, tras el partido de Sevilla, llegamos al aeropuerto. ¡Había miles de personas esperando! Aquello fue la hostia. Y después, lo del día siguiente, que todo el mundo se lanzó a la calle. No lo olvidaré nunca. Es mi mejor recuerdo en el fútbol y mire que he vivido épocas bonitas como jugador.
–Ascendieron de forma directa en la última jornada, pero ¿cree que esa generación habría subido en una promoción?
–Creo que sí, aunque ahora es fácil decirlo, que habríamos ascendido en un 'play off'. Llegamos al final muy bien. Ganamos en casa al Tenerife y al Sabadell, ganamos en el Villamarín 0-3...
–21 victorias, 19 empates y solo 2 derrotas...
–¡Hicimos 82 puntos! Son muchos puntos. Los empates, el no perder, nos daba. Fue una liga curiosa. A los que estaban arriba, ¡no les ganamos a ninguno! Solo al Betis al final. Pero con los de abajo sumamos muchas victorias y los empates nos dieron. El equipo estuvo arriba desde el inicio. Merecíamos subir. Luego hicimos solo 57 goles, pero encajamos solo 27. Eso fue fundamental. El equipo hizo un trabajo defensivo increíble. Tenía unos datos físicos, mérito de Gerardo (Ruiz) y de los jugadores, espectaculares.
–¿Creía en subir en Sevilla?
–No. Recuerdo que en la rueda de prensa después del Sabadell, en El Molinón, me preguntaron: «¿Piensa ya en la promoción?». Y yo dije: «Tenemos que ir a ganar 0-2 a Sevilla». Nos habíamos ganado esa opción de tener posibilidades. Pero si soy sincero, no pensaba que sucediese. Teníamos que ganar al Betis y no esperaba lo que pasó entre el Girona y el Lugo. Pero hicimos nuestro trabajo y pasó ese milagro del gol de Caballero.
–¿Coincidió con Caballero alguna vez después de aquello?
–No, no. Sí que me encontré con Quique Setién, al que di las gracias. Él me decía que sus equipos iban a competir siempre hasta el final. Pero la verdad es que nos echó una mano que no olvidaremos nadie.
–¿Cómo fue la charla de Sevilla?
–La preparamos para ganar. Nos enfrentamos a un equipo que no se jugaba nada, que esa semana había estado de celebración, pero que ese día no metió tantos reservas. Jugaron de titulares Rubén Castro y Jorge Molina... Pero preparamos ese partido para ganar 0-2. Sí que es cierto que la gente del Betis estaba más con nosotros (risas). Hacía mucho calor, fue un partido duro. Me acuerdo de ese primer gol de Guerrero. A partir de ahí, el equipo fue creciendo.
–¿Qué guarda en casa de esa temporada?
–Recortes de periódico, el chándal... Lo tiene todo mi hijo. Pero, sobre todo, quedan los recuerdos. Fue una temporada muy difícil por todos los problemas económicos que había en el club. No pudimos fichar, subió mucha gente del filial. Jony, que debutaba, hizo un año increíble. Pero los 'Pichu', Lora, Bernardo, Luis, Isma, que lo 'inventamos' de lateral, tiraron mucho por el equipo. Guerrero, que también llevaba tiempo. Luego, Jony, Ndi, Pablo Pérez, Álex Menéndez, Barrera, Rachid, Castro... Hicieron un año espectacular.
–¿Un éxito inesperado?
–Alberto, después de terminar un partido en casa de la primera vuelta, me dijo: «¡Míster, vamos a ascender!». Es una anécdota, pero fuimos viendo que los jugadores se fueron enganchando. Cuando ya vino el Betis a Gijón, que hicimos un partidazo, pero perdimos, les vendía (a los periodistas) la 'moto' de los cincuenta puntos, pero ahí empecé a creer que podíamos pelear por el ascenso.
–¿Tuvo ofertas para salir del Sporting tras un ascenso así?
–No. Gelu (Rodríguez), que era mi representante, tampoco me comentaba nada. Y mi idea, mi sueño, después de ascender, era poder entrenar al Sporting en Primera.
–¿Cómo fue su relación con Javier Fernández?
–Muy buena. También con Raúl Lozano, que era el director deportivo, y Alfredo García Amado. Fueron transparentes conmigo y me dijeron cómo estaba la situación en cada momento. Hubo meses que no cobrábamos, pero había una transparencia muy grande. Mi relación con Javi siempre ha sido muy buena. Él lo pasó muy mal y, cuando ascendimos, fue una alegría para todos. Gracias a ese grupo de jugadores, a ese ascenso y a esa permanencia, el club ingresó 80 millones de euros. Era la salvación del club. Ese grupo de jugadores tenía que pasar a la historia como cuando teníamos la suerte de jugar la UEFA. Ese grupo tuvo tanto mérito o más porque era muy difícil hacer lo que hicieron. Tienen el récord de partidos seguidos sin perder, veinte. Ojalá lo superemos pronto, pero no será fácil. Y es mérito de los jugadores, de Iñaki (Tejada), Gerardo, que es una persona súper positiva, Isidro (Fernández)... Había un grupo magnífico.
–Uno de los nombres de aquella generación fue Jony, al que Sandoval no consideró para el primer equipo. ¿Llegaron a hablar, cuando usted era entrenador del filial, de Jony?
–Hablé con Sandoval varias veces para que lo subiese y no lo consideró. Le gustaba más Álvaro Bustos y no me hizo caso. Cuando me tocó subir, tuve confianza en él y lo subí porque le veía potencial. Encima jugó el primer partido, contra el Hércules, y marcó. ¡Y con la derecha! Jony tenía una cosa muy buena: rendía igual en el minuto 5 que en el 90. Te pegaba un esprint como si fuera el primer minuto. Era una bestia a nivel físico.
–¿Y Guerrero?
–Guerre es el jugador con el que me equivoqué cuando decidí no seguir con él. No fui justo con Guerre y lo reconozco. Hizo dos años muy buenos con nosotros. Antes del tercero, que es cuando dimito, decido que no siga. Soy humano y me equivoqué. Hacía un trabajo brutal.
–¿De qué se siente orgulloso?
–De tener un grupo así. Me siento un privilegiado por haber podido entrenar a un equipo irrepetible. Desde hace diez años, que se cumplen ahora, no ha habido un grupo como ese. No se ha vuelto a ascender.
–¿Cómo se enteró del gol del Lugo?
–Me metí en el vestuario cuando acabó nuestro partido. Estaba muy nervioso, con Jorge Luis, el utillero, escuchando la radio. Salí al campo y ya fue lo del gol de Caballero, luego el anulado al Girona por fuera de juego... Acaba el partido, cojonudo, pero no. Había que jugar 42 segundos.
–¿Eso lo hizo más especial?
–Sin duda, porque fue inesperado. Habría sido más bonito conseguirlo en El Molinón, pero fue mucha gente a Sevilla y lo vivimos de forma muy intensa.
–¿Le gustaría volver a entrenar al Sporting una última vez?
–No lo sé. Lo dije mil veces, si el Sporting me necesita, ahí voy a estar de entrenador, de utillero o de lo que sea. Gijón es mi ciudad y el Sporting, mi club. Es cierto que la última vez no salí muy bien y no quiero profundizar en eso. No lo sé, no es fácil. Igual en otra faceta que no sea entrenar... Una cosa que me tiró mucho siempre, y no digo que tenga que ser en el Sporting, es trabajar con la cantera. Creo que sería una persona válida. ¡Y no me estoy vendiendo para el Sporting! De todas formas, ahora estoy muy tranquilo trabajando en la tele y en la radio.
–Ese ascenso reivindicó Mareo.
–Pasa en todos los equipos. Mire al Barça ahora. Los canteranos son buenos, pero hay que ponerlos. La cantera hay que trabajarla bien, potenciarla y demostrar que el Sporting puede tener jugadores siempre de la casa.
–¿Qué le dice ahora la gente por la calle?
–Que por qué no vuelvo al Sporting (risas). Estoy muy tranquilo en 'Movistar'. Pero me siento muy querido en Gijón y eso me llena de orgullo.
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