Sporting | Adiós a la 'generación Preciado'
Roberto Canella, último superviviente del histórico ascenso del curso 2007-2008, se despide hoy tras una vida en el Sporting
J. BARRIO
GIJÓN.
Viernes, 21 de junio 2019, 03:58
Ayer, como otro día cualquiera, Roberto Canella madrugó, subió a Mareo y se entrenó. Bromeó en el vestuario, pasó por la oficina, saludó y recogió un paquete. Una jornada rutinaria, pero que para él representa mejor que cualquier otra situación su vida. Nada tan familiar como su propia familia, Pola de Laviana y, por supuesto, el Sporting, al que le juró amor eterno cuando era un niño, un alevín, dejando el Alcava para entrar en Mareo.
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Más de dos décadas después, como el último superviviente de la 'generación Preciado', Roberto Canella dirá esta tarde adiós al Sporting, despidiéndose en una emotiva rueda de prensa que se trasladará a El Molinón, a partir de las 17 horas, con presencia de compañeros, excompañeros, trabajadores y miembros de la directiva. Lo hará con 313 partidos a la espalda y doce temporadas de devoción total por el Sporting, rotas, únicamente, en aquella campaña 2014-2015, cuando jugó cedido, a regañadientes para relajar la masa salarial del proyecto, en el Deportivo. «No es una despedida, es un hasta luego», se apresuró a decir el capitán, enraizado como nadie a su tierra.
Un partido de simbología
«Por el Sporting soy futbolista. Me lo ha dado todo en la vida. Es mi primera casa. Estoy más aquí que en la mía. Es imposible que me canse de él. No imagino el día que no esté. Vengo en descanso. Tengo hasta el mando del portón de fuera», bromeaba con un poso sincero durante la entrevista que concedió a EL COMERCIO en el pasado mes de febrero. El último encuentro frente al Cádiz, con mucha simbología -Pablo Pérez descendió del autocar con la camiseta del '15' antes del partido y el lateral fue relevado en medio de una gran ovación-, anticipaba el adiós. La oferta de renovación del Sporting llegó tras el choque, lo que abrió una pequeña posibilidad a la continuidad, pero Canella tenía tomada su decisión desde hacía mucho tiempo.
No está claro su destino. Su entorno pide paciencia para decidir, aunque podría tener alguna opción del extranjero. Todo está por definir. Lo que ya no tiene vuelta atrás, después de la despedida de hoy, es la orfandad en la que quedará el lateral izquierdo de El Molinón, sin esa subida a toque de corneta apurando la línea de fondo para centrar. Sin el último símbolo de una generación que recordó al Sporting que era un equipo de Primera.
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