El Rey ve «imprescindible formar y capacitar a los jóvenes» ante retos de «gran magnitud»

A la científica Rocío Arroyo, que aplica tecnologías disruptivas en la prevención y detección temprana del cáncer; a Sacyr, por su modelo de negocio basado en la sostenibilidad; a Marine Instruments, que diseña y fabrica tecnología para el sector pesquero; al director de Innovación de Talgo, Emilio García; la diseñadora Inmaculada Bermúdez, la doctora en Ingeniería Biomédica, la empresa de diseño de mobiliario Enea y los Servicios Digitales de Aragón quiso don Felipe agradecerles «su pasión, ilusión y capacidad de transformación para mejorar la vida de las personas».

Porque «mejorar la vida de las personas» es el propósito de la innovación y el diseño. Una idea que repitió en varias ocasiones el monarca a lo largo de su discurso ante 400 invitados. Y a los ejemplos se remitió: «Nano satélites capaces de monitorizar las consecuencias del cambio climático, dispensadores de insulina para pacientes pediátricos, materiales climáticamente neutros con los que construir molinos de viento flotantes, mobiliario de un centro de día para personas mayores... En todos ellos confluye la innovación y el diseño. Unos tienen un alcance de mayor envergadura. Otros, un impacto más reducido, más local. Pero siempre, con ese propósito». El de hacer una sociedad mejor.

Conocedor del tejido productivo de este país, don Felipe subrayó que «la competitividad de las empresas, su capacidad de exportación y la singularidad de sus productos y servicios se apoyan en ese compromiso con la innovación». Ahora bien, a punto de cumplirse dos años de la aparición de la pandemia por la covid-19, el Rey no quiso pasar por alto la importancia que tienen ambas áreas ante circunstancias inesperadas.

Calificó la innovación y el diseño de «determinantes» para estar en vanguardia, pero también -insistió- para «sobrevivir a las circunstancias sobrevenidas e imprevistos».

En este sentido, quiso centrar su mensaje en las administraciones públicas y los servicios que prestan a los ciudadanos. «La calidad de dichos servicios y su adecuación a las necesidades de la sociedad dependen innegablemente de la incorporación de nuevas herramientas y modelos de relación innovadores y basados en un diseño que posicione a las personas en el centro de todas las políticas. Mejorar la vida de la gente debe acompañar siempre y en todo momento la labor de los poderes públicos».

Con la innovación presente en «ámbitos tan importante como la educación, la sanidad, los transportes, la seguridad o los servicios digitales, por citar solo algunos», Felipe de Borbón fijó su mirada en el futuro.

Porque muchos son los retos y desafíos, como expuso. El primero que citó, «la crisis climática y energética, uno de los principales de desafíos de la humanidad en este momento y en los próximos decenios».

Pero aludió a más. «A las ciudades del mañana y el reto demográfico, que precisan de grandes esfuerzos en innovación y diseño para poder dar respuestas ágiles, sostenibles y que satisfagan las demandas crecientes de una sociedad cada vez más heterogénea en modos de vida, planteamientos profesionales o incluso, en cómo disfrutar del tiempo de ocio». En definitiva, destacó, «los retos a los que tendremos que enfrentarnos en los próximos años son de gran magnitud. Y la innovación y el diseño, en su dimensión más amplia, desempeñarán, sin duda, un papel muy relevante».

En un país y un territorio como Asturias con dificultad para encontrar mano de obra cualificada ante el relevo generacional de quienes se jubilan, el Rey consideró «imprescindible la atracción y retención de talento, así como la formación y capacitación de nuestros jóvenes. Y, en general, de todos nuestros profesionales».

En su discurso -en el que hizo un guiño al Prerrománico asturiano, apuntando que en su momento también fue «innovación y diseño»-, el monarca también tuvo un recuerdo para el creador del Centro Niemeyer, el arquitecto brasileño Óscar Niemeyer, Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 1989. Parafraseando una de sus reflexiones, afirmó: «La intuición ocupa siempre un lugar a la hora de resolver en la búsqueda de una forma cualquiera. Cada obra es distinta. A veces la solución la trae el estudio. Otras llegan de súbito, en un chispazo. Pero siempre está la intuición».

Volviendo la mirada a los galardonados, afirmó que en ellos «convergen, desde luego, el estudio y esta intuición creativa». Agradeciéndoles «el ejemplo» y su «contribución a que España sea un país cuya imagen y prestigio están cada vez más ligados a la idea y a la práctica de lo que ya habéis demostrado mereciendo este premio», señaló que «sois la expresión más visible de una sociedad, la española, en creciente compromiso con un futuro que necesariamente ha de estar basado en el conocimiento, la sostenibilidad ambiental, la inclusión social y la igualdad entre hombres y mujeres».

Cerraba Felipe de Borbón una jornada que al mediodía inauguraba la ministra de Ciencia, Diana Morant, volviendo a recordar a Óscar Niemeyer, creador de «este bellísimo espacio, que también es diseño e innovación». Decía el arquitecto: «Las personas tienen que soñar y si no sueñan, las cosas no suceden» y de su reflexión se valió Morant para indicar que los galardonados son «personas soñadoras, valientes y comprometidas que mejoran nuestra vida y hacen avanzar la sociedad». Que el reconocimiento de ayer tuviera lugar en Asturias, subrayó, no es fruto de la casualidad.

La ministra quiso reconocer el avance de la región en políticas de I+D+I, «estratégicas para convertir el Principado en el 'Paraíso Natural' de la industria verde» y prometió al presidente, Adrián Barbón, que contará con el apoyo del ministerio para ello.

Quiso argumentar dicho progreso con datos. Según apuntó, desde 2018 su departamento ha invertido 190 millones de euros en convocatorias de proyectos, instalaciones y centros de I+D+I en Asturias. «En menos de tres años, se han creado 6.000 nuevos empleos y la mitad, de alta cualificación. Enhorabuena, presidente. Qué gran dato y qué salto cualitativo hacia una nueva era», manifestó.

A escala nacional añadió: «Estamos invirtiendo como nunca en I+D+I en este país, desconcentrando oportunidades, reforzando las fortalezas de los distintos territorios». Y la semilla, tal y como indicó, crece. «Porque nos ha elegido el mayor fabricante de coches para fabricar las baterías de los coches eléctricos. También, la segunda mayor naviera para que los barcos se puedan mover con hidrógeno y grandes empresas digitales han decidido abrir centros de almacenamiento y procesamiento de datos».

Este proceso, sin embargo, «no ha sido espontáneo». Lo atribuyó a tres razones. La primera, «a la acción política, arriesgando con los emprendedores en tecnologías específicas. También con leyes como la de Ciencia y la de las startups». El segundo argumento que esgrimió fueron los PERTE, «los proyectos estratégicos de país» y que «en esta crisis no estamos solos. Nos apoya la UE». Por último, se refirió a «la excelencia del capital humano».

Volviendo al inicio de su discurso quiso reconocer y agradecer a los premiados su «creatividad, valentía, compromiso, talento y pasión para que las cosas buenas sucedan». Y no se olvidó de que «es en esta edición en la que hay más mujeres premiadas». Confió en que el de ayer sea un foco, un faro, para que las niñas se animen a cursar carreras científicas y atraerlas a sectores de vanguardia, que son los que más están creciendo.

De este modo, «con la visión de las mujeres podremos garantizar el progreso, que no será progreso si no está pensado por y para todo el conjunto de la sociedad».