Pulmones verdes: rutas a un paso de la ciudad en las que reina la calma
El buen tiempo anima a muchos asturianos a salir de paseo y a practicar deporte por alguna de las muchas sendas verdes que recorren el Principado
Los paseos en bicicleta y las caminatas son una forma perfecta de vivir el verano, especialmente este, en el que la tendencia general es la de huir del jaleo en busca de planes tranquilos que permitan disfrutar de la naturaleza, de la familia y de los amigos con seguridad. En Asturias, no hace falta alejarse demasiado de los núcleos urbanos para perderse en alguna de las muchas sendas verdes que la recorren. Lugares donde reinan la calma y el silencio que solo rompen los cantos de los pájaros y el viento meciendo las ramas de los árboles. Rincones en los que tomarse un descanso de la mascarilla y respirar aire puro sin preocupaciones.
El sol calentaba el lunes en la vía verde de La Camocha. Esta ruta transcurre por el trazado del antiguo ferrocarril minero que unía la mina con Veriña y con el Musel. Por allí iban pasando los deportistas y las familias en busca de un remanso de paz a pocos kilómetros de casa. Rubén Atienza aprovechaba el buen tiempo de la mañana para correr un poco, él es de los que se escapa por allí a tomarse un respiro cuando tiene algo de tiempo. «Vengo de vez en cuando porque vivo cerca», contaba en un descanso de su carrera. Mientras tanto, Eliseo Álvarez, un habitual de la zona, aprovechaba el rato para dar un paseo entre el verde. «Yo vengo casi todos los días. Es una zona muy tranquila en la que hay poca gente», señalaba antes de continuar, encantado, su ruta. La misma que hacía en familia Xavier Ortiz, un gran aficionado a las vías verdes de la ciudad. «Hacemos esta zona, también vamos por el parque Fluvial e, incluso desde San Lorenzo hasta La Ñora», explicaba antes de reanudar la marcha.
Al otro lado de la ciudad, el Cantábrico mantenía una inusual calma y resplandecía con un azul brillante que invitaba a zambullirse en el agua. Por la senda costera de El Cervigón iban pasando, a cuentagotas, los caminantes con la vista perdida en el horizonte. Fracisco González ya estaba a la altura de la playa de Estaño, aunque todavía iría hasta La Ñora y eso que había empezado en El Bibio su caminata hacía ya un buen rato. «Me gusta mucho la naturaleza y este camino especialmente», apuntaba.
Una opinión compartida por Melanie Fernández y por María Ceñal, aunque ellas aún no llevan tantos kilómetros a sus espaldas. «Nos está empezando a gustar mucho esto de la naturaleza y esta vez quisimos hacer una ruta costera para aprovechar el tiempo de estos días», contaban mientras miraban hacia los pocos veleros de la mañana.
Y del salitre al agua dulce del río Peñafrancia. continúan las vías verdes. Paralela al cauce del río, transcurre una senda en la que el ruido de las pisadas se mezcla con el que hace el agua al correr. Por allí iba en familia el santanderino Alejandro Villar. Ellos quisieron aprovechar sus días de vacaciones para empaparse, todo lo que pudieran, de Asturias. «Queríamos conocer un poco de todo y hacer alguna ruta como esta», explicaba. Algo que a la pequeña Izara no terminaba de convencerle. «No me gusta caminar», protestaba, y eso que al terminar la ruta le esperaba un helado de chocolate como recompensa. «Y la piscina del cámping», añadía su padre y entonces ya, a la niña empezaba a gustarle algo más eso de la ruta.
Pero tarde o temprano, caminar acaba enganchando como les ocurre a Coral Peláez y a Lucía García. Ellas se encuentran cada mañana para hacer alguna caminata y ayer tocaba disfrutar de Peñafrancia. «Solemos ir a caminar por las mañanas, nos gustan otras sendas también como la costera, pero la más bonita es esta». Aunque más que la belleza lo que las convenció para elegirla esta vez fue la sombra. «Aquí vamos entre árboles que sino hace mucho calor», aseguraban.
En Oviedo también hay unas cuantas rutas para disfrutar de la naturaleza a un paso de casa. La pista Finlandesa y la senda verde son dos de las zonas de esparcimiento preferidas. A las cinco de la tarde el mercurio marcaba ayer 25 grados y muchos aprovecharon el sol para hacer deporte. En grupo o de forma individual hicieron kilómetros para mantenerse en forma como José Luis Pérez quien hizo el primero de estos caminos y llegó hasta los depósitos del agua que hay en la zona. «Todos los días hago esta ruta y el sábado por ejemplo subí hasta el Cristo del Naranco», contaba.
El calor no es para él un impedimento porque ya se ha «adaptado». La elevada temperatura tampoco molesta al tinetense, residente en Oviedo, Fermín González. Está jubilado y aprovecha las tardes para dar un paseo por la pista y dice que por esta ruta hay «muchas zonas donde da la sombra». «Presta hacerla y tomar el sol. Yo la hago a diario de lunes a viernes a paso ligero», comentaba.
Desde la senda verde, muchos ovetenses llegan hasta La Manjoya o Las Caldas y durante la mañana fueron varios los quela recorrieron. Lo hacían en bici o caminando, al igual que ocurría en Avilés, en la senda del río Magdalena, donde Ricardo Rodríguez celebraba la existencia de este tipo de rincones. «Este tipo de sendas son todo un acierto», comentaba. «Te dan la oportunidad de hacer muchas actividades, ya sea solo o en familia». Lo mismo pensaba José Ignacio Carmona: «No está muy lejos de la ciudad, pero a la vez sales de ella y te distraes». Por eso él consideraba esta ruta «un lugar ideal» como tantos de los que se puede disfrutar en Asturias.
En esta información han colaborado Rosalía Agudín y Sheyla González.