«Sin la ortografía no se puede comprender bien lo que se escribe ni se puede percibir con la claridad conveniente lo que se quiere dar a entender». Pilar Fernández, doctora en Filología Hispánica, catedrática y profesora de Lengua de la Universidad CEU San Pablo, rescata esta frase del prólogo del Diccionario de Autoridades (1726 - 1739) de la Real Academia Española (RAE) al contestar a la pregunta de por qué es tan importante escribir bien. Una frase que, a pesar de redactarse en el siglo XVIII, sigue gozando de gran actualidad.
«En los últimos años, parece que a la ortografía se le da menos importancia porque ya están ahí las máquinas para corregirnos y evitar que fallemos, pero la buena escritura es una carta de presentación de uno mismo y, aunque pensemos que la técnica puede suplir al conocimiento, no es así», destaca Fernández. Un ejemplo clásico es el que ocurre con los términos 'más' y 'mas', cuyo sentido el ordenador no distingue y los acepta como válidos indistintamente. Por ejemplo, si escribe en una página de texto las frases 'Hoy soy más feliz' y 'Hoy soy mas feliz', en la pantalla no le aparecerá ningún signo de que una de las dos es incorrecta. ¿Cuál? La segunda. Haga la prueba y lo comprobará.
Otro aspecto que muestra que los fallos ortográficos no tienden a pasar desapercibidos es que, especialmente en los ámbitos periodístico, político y académico, se llama muchísimo la atención sobre aquel que comete errores de este tipo. Son los profesionales más afectados porque su herramienta de trabajo es, precisamente, la Lengua, pero también por eso tienen una responsabilidad añadida de transmitirla correctamente a la población.
«El uso de anglicismos y palabras comodín supone un empobrecimiento del lenguaje» pilar fernández
Como profesora de lengua, Fernández está más que acostumbrada a los gazapos de sus alumnos que, confiesa, «tienen un nivel de ortografía desconsolador en general». «Me consta que en los colegios se trabajan mucho las reglas ortográficas y no creo que el problema venga únicamente de la tecnología, que también aporta cosas muy positivas, como leer libros electrónicos perfectamente escritos», añade. La filóloga considera que tiene más que ver con los hábitos de lectura. «Cada vez leemos menos, tanto en papel como en cualquier otro medio y esto hace que cometamos más faltas, pero también que tengamos menos riqueza léxica», expresa. «Aprender la ortografía de un idioma no radica únicamente en memorizar unas normas, hay que verlas aplicadas y ponerlas en práctica».
A lo que sí ha contribuido la tecnología es a volvernos más vagos escribiendo. Así, en las redes sociales las abreviaturas abundan y los signos de puntuación, como las aperturas de interrogación o exclamación, los acentos y las comas, brillan por su ausencia. También es cada vez más común el uso de anglicismos y palabras comodín –aquellas que se emplean con multitud de sentidos, reemplazando a otras que serían más precisas en determinados contextos–. Todo ello lleva a un cierto empobrecimiento del lenguaje, pero Fernández no lo asocia a las máquinas en sí mismas, sino a las modas. «En internet el hablante se adapta al medio pero, si se conocen las normas, eso no tiene por qué influir en la redacción de un texto escrito», declara.
Lo más curioso de todo es que ha sido precisamente en internet donde un profesor que enseña ortografía se ha vuelto viral, don Pardino. Este señor, entrado en años, que ha llenado la red de viñetas ortográficas humorísticas tiene como objetivo despertar nuestro interés por la buena escritura, y parece que lo está consiguiendo.
La acogida que le han mostrado los internautas ha sido tan buena que sus creadores, un maestro (y dibujante) y un médico que prefieren no desvelar su identidad, acaban de publicar el cómic 'El profesor don Pardino contra los titis' (Plan B), en el que el personaje lucha contra unos seres malvados que se dedican a propagar errores ortográficos y gramaticales (los titis).
La pregunta es, ¿cómo se explica su éxito si la ortografía suele causar más pereza que entretenimiento? «Don Pardino ha contribuido a hacer la ortografía amena a través de dos medios: las imágenes, porque los dibujos captan la atención y son más fáciles de recordar que las palabras; y el humor. El lema de Don Pardino es 'la letra con humor entra' y parece que la gente al leer un chiste asociado a una regla ortográfica lo recibe con más ganas», explica el maestro y creador de las viñetas.
Parece que sí, porque son muchos los profesores, traductores y correctores que se han puesto en contacto con ellos agradeciéndoles su labor. «Es verdad que la tecnología se lo pone difícil a la ortografía, pero eso no implica que la gente no se interese por ella», dice el autor.
Tanto él como Fernández coinciden en que lo más importante para escribir bien es leer, escribir, dudar siempre y consultar las fuentes (Fundéu, RAE...). «Dudar es muy sano. Es el primer paso para no equivocarse», concluyen.