Hunosa recuerda hoy a los 14 mineros fallecidos hace 20 años en Nicolasa

Hace veinte años, la familia minera quedó muda. El 31 de agosto de 1995 fallecieron catorce trabajadores en el pozo San Nicolás, Nicolasa, en el pueblo mierense de Abaña. Diez de ellos, asturianos, y cuatro, checos, pertenecientes a la empresa subcontratada Satra. Una explosión de grisú en la capa octava acabó con su vida en el que ha sido el peor accidente minero en la historia reciente de España. Eran Manuel Ángel Fernández, Jesús Trapiella, Luis Antonio Espeso, Eduardo Augusto, Francisco Javier González, Elias Otero, Eugenio Martín, José Ignacio del Campo, Juan Manuel Álvarez, Manuel Ángel Fernández, Milan Rocek, Michal Klenot, Vlastimil Havlik y Miroslav Divoky.

El Monumento Internacional al Minero, levantado frente al campus de Mieres un año después de la tragedia, recuerda a las víctimas. Al cumplirse hoy dos décadas del terrible suceso, Hunosa ha organizado en su memoria «un sencillo acto» en la plaza del pozo. Allí, en uno de los edificios, se descubrirá una placa con los nombres de los 14 trabajadores que perecieron en la madrugada del 31 de agosto de 1995.

La empresa estatal hullera ha enviado invitaciones a las familias de las víctimas. Viudas, hijos de los fallecidos y familiares próximos estarán hoy presentes. Algunos regresarán por primera vez después de veinte años al pozo que cambió sus vidas para siempre privándoles de un ser querido.

Son estas mismas familias las que reclaman que el recuerdo sirva para todos los mineros fallecidos. Saben que será casi imposible reprimir las lágrimas en una fecha tan señalada y que volverán los recuerdos que llevan tantos años intentando borrar.

El accidente de Nicolasa marcó un antes y después en la seguridad minera, sobre todo en lo referido a la ventilación y al funcionamiento del minador. El sistema de ventilación se cambió de uno aspirante a otro soplante y después de aquel accidente se dictó una normativa para las explotaciones por sutiraje, una fórmula de explotación que había comenzado a implantarse en Asturias a mediados de los ochenta, pero que nunca se había regulado. Pero también se produjeron otros cambios, como una intensificación de los sondeos en las capas, y Hunosa potenció su departamento de fenómenos gasodinámicos.