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Ana Pardo junto a su hermana Yoli.

«El cerebro es muy sabio. Ver que el fin puede estar cerca da muchas más ganas de vivir»

Ana Pardo, una chica avilesina de 35 años, ha despertado una ola de solidaridad en las redes sociales. Sufre una malformación arteriovenosa que condicina su vida con fuertes dolores. El 4 de junio se celebra una velada de boxeo olímpico a su beneficio en el Teatro Egaleo de Leganés (Madrid)

Cristina Del Río

Lunes, 18 de mayo 2015, 21:58

Desde que el pasado domingo colgó en la red social Facebook el vídeo en el que explicaba su enfermedad, la joven avilesina Ana Pardo está desbordada. Nunca había imaginado que pudiera obtener tal respuesta. Ese mismo día se acostó a las cinco de la mañana después de haber respondido a todos los mensajes y llamadas de apoyo. Al día siguiente, volvían a acumularse decenas de 'whattsapp'. «Voy a responder a todo el mundo, pero antes quiero dar las gracias», explica la joven.

Ana Pardo (Avilés, 1980) ha traspasado la barrera del anonimato por obligación. El 4 de junio se celebra una velada de boxeo olímpico a su beneficio en el Teatro Egaleo de Leganés (Madrid) y necesita dar explicaciones. Contar por qué y para qué ha pedido ayuda. Su vida depende de ello.

La joven sufre una malformación arteriovenosa con derrame al nivel d9, ahora derivada en síndrome de cola de caballo. Se la detectaron con 22 años cuando trabajaba como encargada de la tienda de ropa juvenil Bershka. Desde entonces, su vida ha estado vinculada a doctores y hospitales, con decenas de intervenciones quirúrgicas, incluidas varias estancias en la UCI, y atendida por la Unidad del Dolor.

Su peregrinaje por médicos que nunca le han ocultado la gravedad de su malformación comenzó tras sufrir un derrame en uno de los aneurismas que tiene en la arteria principal de la médula. Un caso que ha sido abordado en congresos médicos internacionales por su singularidad pero al que nunca han dado solución.

Esta malformación repercute sobre su sistema locomotor. Apenas puede mover el tren inferior y, en ocasiones, tampoco el superior. Son crisis o brotes que la convierten en completamente dependiente sin llegar a minar sus ganas de vivir. «Creo que el cerebro es muy sabio y la persona que ve que su fin puede estar cerca tiene muchas más ganas de vivir», afirma con una gran sonrisa.

Resumiendo al máximo un historial médico que ella detalla en veinte minutos de vídeo, el caso de Ana Pardo fue descartado tanto en el Hospital Central Universitario de Asturias como en el de Valdecilla, en Santander, para llegar hasta Puerta de Hierro, en Madrid. Era 2007 y tras cuatro intervenciones fallidas para embolizarla, que solo provocaron más daño en la médula, le pronosticaron cinco años de vida. Eso en el mejor de los casos, si antes «no reventaba una vena y volvía a sangrar, en cuyo caso podía quedarme tetrapléjica, en estado vegetativo o, directamente, no contarlo».

Ella nunca ha tirado la toalla. Sabe que es difícil pero su única ilusión «es ser independiente dentro de mis posibilidades» porque tiene muy asumido que nunca podrá llevar una vida completamente normal.

El doctor Leopoldo Guimaraens logró embolizarla en tres intervenciones en enero, mayo y septiembre de 2008 en Nuestra Señora del Rosario (Madrid) e impulsó el tratamiento con sus células madre previamente congeladas gracias al cual logró recuperar cierta movilidad. «Me sentía mejor pero como era un tratamiento experimental, llegaron los recortes y no pude dar la tercera sesión», explica. Se paralizó el proceso y ella solo ha encontrado consuelo en el cóctel de medicamentos, a base de morfina y metadona, que toma para intentar calmar el intenso dolor.

Ha sido de nuevo Leopoldo Guimaraens el que la ha puesto en contacto con el doctor Jesús Devesa y su tratamiento con la hormona del crecimiento con vistas a regenerar el tejido dañado, con lo que además se espera que disminuya el dolor. Nada está garantizado pero ahora Ana Pardo ve una luz al final del túnel porque, como ella dice, «yo nunca pierdo la esperanza».

Ante la imposibilidad de que le concedieran un crédito, Iván Marcuello, amigo de su hermana, la boxeadora Yoli Pardo, le propuso dedicar la velada de boxeo de carácter benéfico que organiza anualmente en Madrid a conseguir los aproximadamente cien mil euros que costará el tratamiento en Santiago de Compostela. Un combinado asturiano contra el madrileño, y con su hermana Yoli entre los púgiles, soltarán brazo por una buena causa.

Mientras llega la velada, y otros actos que ya se están planificando, han tenido que abrir una cuenta en el Sabadell (0081 5704 88 0001065910) ante la respuesta de la gente. «No me lo creo», dice Ana. «Solo puedo dar las gracias».

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