Arquitectura emocional
A Peter Stamm (1963) le gusta contar historias de vidas equivocadas. En esta novela, que ahora nos entrega Acantilado, se nos presenta una vida reducida a una expectativa o un personaje a la deriva zarandeado por la culpa de sentirse vivo
FULGENCIO ARGÜELLES
Sábado, 26 de noviembre 2011, 03:39
Una historia bien construida en la que tal vez no sea posible la redención, pero sí la búsqueda. En palabras del arquitecto Aldo Rossi, admirado por el protagonista: «Intentar cambiar el mundo, aunque sólo sea en fragmentos, para de ese modo, olvidar que lo poseemos». Una historia de relaciones incompletas o la demostración literaria de «lo delgada que es la línea que separa la civilización de la barbarie» y de «cuán fácilmente puede romperse ésta cuando nuestro dolor, nuestro odio o nuestro morbo toman delantera». Siete años es el tiempo bíblico que Jacob espera a Raquel, siete años de espera para casarse con la mujer equivocada. Ese es el tiempo en que Ivona, una emigrante polaca solitaria y poco agraciada, encerrada en un mundo propio y extraño, espera el amor del narrador protagonista, un arquitecto burgués que procede de otro mundo y que se siente atraído inexplicablemente por esta mujer que nada exige y todo lo entrega. El autor ofrece, a través de sus personajes, diferentes alternativas en cuanto a la manera de entender la vida en pareja. Sólo algunas, aunque tal vez no existan muchas más. Miradas hacia adelante (planificar), miradas hacia atrás (dudar: qué hubiera ocurrido si la decisión hubiera sido otra). La vida siempre en marcha y en un camino sin fin. La vida como ambición o como búsqueda o situada al final del camino en esa estación sin tiempo en la que ocurren las pequeñas cosas. Tres vidas entrecruzadas, parecidas y diferentes a un tiempo, que explican la contradicción intrínseca al ser humano. Sobre el camino se alternan las lluvias de los entusiasmos y las de las preocupaciones. En la estación final hay otra lluvia, de hojas secas, más inútil tal vez, pero más hermosa. En esa estación no hay puertas cerradas y no es preciso fingir y ocurre lo que uno desea que ocurra, o simplemente uno desea lo que ocurre. No pierde Stamm la ocasión para mostrarnos la hipocresía y el egoísmo burgués y tampoco para explicarnos algunas teorías arquitectónicas, como aquella que apela a todos los sentidos de las personas y que espera ser vista, tocada y oída, o como aquella otra que entiende la vivienda como un refugio. Otra novela interesante del autor suizo, esta vez sobre la vida en pareja, sobre las infidelidades, sobre la ambigüedad o sobre la siempre compleja «arquitectura» emocional.