Cabranes enseña el origen de la sidra asturiana con sus llagareros

Tras haber recorrido las pumaradas de Sariego y Bimenes en los últimos días, llegó el momento de descubrir «cómo se hace realmente la sidra asturiana»; y qué mejor manera de hacerlo, señaló Miguel Ángel Naredo, director del Servicio de Promoción y Desarrollo Turístico de la entidad organizadora, que «visitando un llagar casero asturiano, los guardianes de la tradición».

Este sábado, más de veinte personas se reunieron en Santolaya de Cabranes para dar el siguiente paso y conocer «el origen de la sidra». Tras haber recibido nociones sobre el cultivo de la manzana, acudieron en grupo al llagar casero Prida, del maestro Luis Díaz Prida, en el pueblo de Arboleya.

«Mi abuelo, de los Prida, ya mayaba y hacía sidra. Este llagar tiene unos 200 años de historia«, explicó. Uno a uno, primero los invitó a conocer un pequeño pumar junto a su hogar, donde hizo un repaso rápido de la vecería de la manzana, para luego pasar a su llagar familiar.

Era la primera vez que ofrecía una visita dentro de la programación de la mancomunidad, aunque ya tenía experiencia hablando de sidra a extranjeros, con varias visitas de «grupos de ingleses y alemanes que suelen pasarse por la zona para descubrir los pueblos de Asturias».

Una vez dentro del llagar, procedió a detallar todo el proceso. Desde la llegada de las manzanas –siempre asturianas, sean de la variedad que sean– hasta cómo se trituran para después «mayarlas y obtener la sidra», que luego se deja fermentar durante más de seis meses. A medida que avanzaba, iba mostrando la maquinaria asociada: la más antigua y conocida, pero también la adaptada a los tiempos actuales.

«Antes se usaban bidones de madera para dejar la sidra ahí, hoy en día son de acero inoxidable. Para algunas cosas nos modernizamos, pero lo importante continúa», bromeó.

Los asistentes escucharon con atención y, de vez en cuando, planteaban preguntas sobre el tiempo de fermentación, el número de botellas producidas este año –casi cuatrocientas, muchas menos que el pasado, cuando superaron el millar– o si se trataba de una actividad rentable. «En los llagares pequeños, lo que prima es el autoconsumo, y regalarlo a los amigos y vecinos, claro», dijo mientras ofrecía unos culinos a los presentes.

La actividad, como todas las del programa, ha sido un «éxito», según la mancomunidad, repitiendo con turistas procedentes de otras regiones, como Rodrigo Andrés, de Burgos, habitual en este tipo de eventos, que acudió con su familia y amigos. «Ha estado muy bien, muy interesante», afirmó mientras se tomaba un culín de sidra.

A su lado, Teresa García, de Valladolid, confesó que le encantó la visita; además, «no tiene nada que ver la sidra que bebes aquí con la industrial».

En el grupo, aunque hubo visitantes de fuera, predominaban los participantes llegados de distintos puntos de Asturias, como Grado o Gijón.

¿Por qué asistir a una visita a un llagar? «¿Y por qué no?», respondió la asturiana Eva Fernández. Para ella, lo que se tiene en la región debería «valorarse más». Al fin y al cabo, «siempre te mueves fuera a visitar otros sitios, pero lo de casa no lo vienes a ver». Por eso, señaló, es importante acercarse.

Tras la visita al llagar, por la tarde se celebró un concierto en un pumar de Villaviciosa que también contó con una buena asistencia.

La actividad que cerrará el programa será este domingo, en Nava, con un recorrido por el Museo de la Sidra para la última lección sobre esta bebida y, además, una degustación de diversos productos asturianos.