Raquel Dopico Saínza
«Ganarse el respeto cuesta más. He tenido algún superior que expresaba que las mujeres estaban mejor en casa, limpiando»
Raquel Dopico Saínza, (Mieres, 1973) es un referente dentro de la Guardia Civil. Nombrada suboficial de mayor tras más de treinta años de servicio, a ... finales de 2023, fue la primera mujer en conseguirlo. Asegura haber vivido la igualdad tanto dentro como fuera del cuerpo, en «una evolución paralela a la de la sociedad».
–¿Cuándo decidió ser Guardia Civil?
–Mis padres aseguran que desde los cinco años ya decía que quería ser policía y, sinceramente, no recuerdo haber querido dedicarme a otra cosa. En Mieres sólo veía a la Policía Nacional, así que era esa la imagen que tenía. Al final comencé la carrera de Ingeniería informática, pero la abandoné cuando surgió la oportunidad y se modificó el requisito de altura que no cumplía. Entré en la academia de Baeza en 1994.
–¿Cómo se lo tomaron en casa?
–Mi padre fue minero, así que no tuvo buenas experiencias con la Guardia Civil y no se tomó nada bien la noticia. A mi madre tampoco le gustó la idea, pero más que por prejuicios fue por miedo: en 1994 ETA estaba muy activa y los atentados contra guardias civiles eran frecuentes.
–¿Lo rechazaron?
–No, a pesar de su preocupación siempre respetaron mi decisión. No me expresaron su desacuerdo abiertamente hasta mucho tiempo después de haber aprobado la oposición. Me siento orgullosa de ellos.
–¿Y su carrera?, ¿cómo fue el camino hasta llegar al rango de suboficial mayor?
–Desarrollé prácticamente toda mi carrera en la Comunidad Valenciana. Pasé a suboficial en el año 2000 y luego, ya como sargento, estuve destinada en Puesto de Carlet; en 2002 pasé al equipo de Policía Judicial de Sueca y he estado al frente de varios equipos, buscando siempre acercarme a Castellón, donde vivía familia. En 2014 ascendí a Brigada y estuvo dos años en Massamagrell, pero regresé a Castellón después, donde estuve hasta 2023. El ascenso a suboficial mayor me trajo de vuelta a Asturias.
–Es la primera mujer en conseguir ese cargo, ¿hay alguna clave?
–Ninguna. Se tienen en cuenta múltiples factores: estudios, formación interna, especialización, méritos profesionales... Han sido más de treinta años de servicio.
–Con toda esa trayectoria, se la considera un referente.
–Yo no me siento así, pero entiendo que algunas mujeres más jóvenes puedan verlo así, ya me lo han dicho. Supongo que cuando una mujer ve a otra liderando un equipo tradicionalmente masculino, le resulta más fácil imaginarse en ese papel, confiar y encontrar un modelo en quien reflejarse. Los retos de liderazgo no siempre son iguales para hombres y mujeres.
–¿Cómo ha sido la experiencia?
–Llevo 24 años como suboficial en la Guardia Civil y he vivido una evolución paralela a la de la sociedad. La institución no es más machista que el entorno en el que se inserta; hay personas machistas, pero no es algo institucional.
–¿Recuerda algún momento en especial?
–Recién salida de la academia. Un sargento preguntó a mis compañeros si yo me quedaba en el coche cuando había problemas o si daba la cara. Me dolió, porque a ellos nunca les preguntaba, su valor se daba por hecho, el mío debía ser demostrado.
–¿Diría que ha sido difícil?
–La necesidad de demostrar que somos igual de válidas ha sido una constante en mi carrera. Ganarse el respeto cuesta más, tanto de compañeros como de jefes. También he tenido algún superior que expresaba abiertamente que las mujeres estaban mejor en casa, limpiando, aunque afortunadamente han sido casos aislados y lejanos en el tiempo.
–Habiendo visto la evolución de la sociedad tan de cerca, ¿cómo reacciona la gente?
–Con la ciudadanía noté cierta reticencia. En intervenciones, muchas veces se dirigían a mi compañero, incluso cuando él les decía que yo era la jefa.
–Pero ahora ha cambiado...
–Sí. En estos treinta años ha habido una evolución muy significativa. La institución trabaja activamente en la igualdad de género, organizando jornadas de formación y sensibilización para fomentar la equidad real, y eso se ve reflejado en las personas.
–¿Considera que se hace suficiente promoción para llamar a las futuras generaciones femeninas de la Guardia Civil?
–Creo que no se está enfocando del todo bien. Las mujeres no necesitamos facilidades para aprobar, sino sentir que la Guardia Civil es una institución atractiva para nosotras, con oportunidades de desarrollo laboral real y conciliación familiar.
–¿Y la imagen del cuerpo?
–Muchas personas aún ven la Guardia Civil como la de una institución machista y anticuada cuando en realidad eso no se ajusta a lo que somos hoy. Debería mostrarse más y mejor la diversidad de especialidades y las oportunidades de promoción que existen en igualdad con los hombres.
–Se le hizo un homenaje en conmemoración a su carrera no hace mucho, ¿qué supuso para usted?
–No soy una persona a la que le gusta mucho el reconocimiento público, sin embargo tengo que reconocer que me sentí orgullosa cuando me llamaron de la Asociación de la Escala de Suboficiales de la Guardia Civil (ASESGC). Al principio me costó aceptarlo, pero fueron mis compañeros quienes me hicieron verlo de otro modo, es un ascenso que no sucede de repente.
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