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«Salieron volando cascotes y luego ya todo era humo», dicen los vecinos tras la explosión en Mieres

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Damián Arienza

«Salieron volando cascotes y luego ya todo era humo», dicen los vecinos tras la explosión en Mieres

Los vecinos reconocen que estaban «asustados», algunos todavía no se explican cómo se salvaron: «Fue horrible»

Marta Varela y Olaya Suárez

Mieres | Gijón

Lunes, 3 de marzo 2025, 17:58

Tarde dura y complicada en Mieres la de este lunes. Hacia las cuatro de la tarde una explosión de gas sobresaltaba a los vecinos y la gran preocupación de los mierenses era conocer si tras ella, que «se escuchó en toda la ciudad y en la zona rural cercana», había causado alguna muerte. El suceso se producía en torno a las cuarto de la tarde. Silvia vive en el bajo del edificio ubicado frente al derribado y explicaba que durante «toda la mañana olía a gas, pero unos trabajadores nos dijeron que ya estaba cortado». No obstante, algo ocurrió: «Estaba viendo cómo trabajaban y cómo llegaba una furgoneta y a los pocos segundos... La explosión me tiró encima de la cama, si no doy con la cara, me muero del golpe. Salí como pude de casa», decía esta joven mientras esperaba sentada, con una pierna en alto con hielo. «Yo no tengo nada pero había gente muy mal, fue horrible».

Para interesarse por su estado llega otro vecino de la zona; juntos comentan que «la explosión salió de suelo, y a los pocos minutos otro golpe que fue cuando se cayó el edifico de tres plantas donde estaban trabajando unos chicos que habían salido a por material y no les asó nada». Este vecinos apunta que «cuando más asustados estábamos empezó a arder otro edificio cercano, menos mal que estaban los bomberos y fue cuestión de minutos atajar el fuego. Por un momento pensé que todo el barrio iba a desaparecer, tuvimos miedo de que hubiese nuevas explosiones». Se trata de un barrio muy viejo con algunas edificaciones en mal estado. «Las asociaciones de vecinos ya reclamaron en varias ocasiones que se mirase por el barrio, que tiene casas abandonadas y ahora pasa esta desgracia», apunta otra de las vecinas.

La furgoneta de los trabajadores estaba aparcada en el callejón, cerca de donde se produjo el accidente. Y, tras ella, después de la explosión, «apareció varios metros hacia atrás en la calle principal, muy destrozada», explicaba otro de los testigos. José Manuel Rubio lo vio todo. Estaba en su casa en un edificio cercano a la calle Ramón y Cajal y «por unos segundos los oídos me estallaron». «La explosión fue inexplicable y bajé a la calle a ayudar».

Fue una de las primeras personas que llegó al lugar. «Casi no se veía del humo, las ambulancias y los bomberos llegaron enseguida», decía, antes de añadir que «en la parte detrás había unos jóvenes hablando de sus cosas, que recibieron la peor parte». Rubio, aún nervioso, relataba mientras miraba sus manos negras que «ayudé a sacar a uno de los chavales, a Quique, que estaba muy mal y se lo llevaron enseguida en ambulancia, y al poco sacamos a una amiga de él que también estaba muy mal».

Tino Martínez se lamentaba de no haber podido ayudar. «Estaba justo en frente en la zona de El Llagarón, me temblaron los pies y al mirar hacia La Villa todo estaba negro del humo; durante unos segundos no supe qué hacer, había cascotes por todos lados, como una zona de guerra». Enseguida, empezaron a bajar vecinos de los edificios cercanos y algunos «pasaron por el callejón hasta la parte de detrás para ayudar, llegaron ambulancias y bomberos y comenzaron a alejarnos porque seguía oliendo mucho a gas».

Amelia Vázquez vive en la zona, pero en el momento del suceso estaba de paseo junto a su marido por la zona alta de Lladreo. «Escuchamos la explosión, como si estuviese a nuestro lado, y eso que nosotros nos encontrábamos a unos dos kilómetros. Como ella, mierenses que viven en zonas alejadas de la del terrible suceso confirmaban que «se escuchó en todo Mieres, es como si hubiese temblado toda la ciudad».

«No nos hicieron caso»

La explosión se produjo en una zona humilde, con alquileres muy baratos. Y parte de esos vecinos se quedaron en la calle. Cruz Roja repartió mantas para combatir el frío.

Al finalizar la tarde y con los heridos atendidos comenzó el traslado de la gente a hoteles a pasar la noche. Dam Giurbureanu recordaba, mientras se subía a un taxi junto a su familia, que «no nos hicieron caso, olía a gas desde la diez de la mañana y avisamos varias veces». La última vez que avisó de ese fuerte olor fue hacia las tres de la tarde. «Llegó un coche de la Policía Local de Mieres, les dijimos que no dejaba de oler a gas, hablaron con los trabajadores que estaban en la calle y se fueron. Al poco tiempo explotó todo y casi nos morimos». Cuando salió «todo eran escombros, sobre todo en la zona donde los trabajadores estaban con un martillo picando el suelo».

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