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Pablo en el centro de Glasgow, la ciudad en la que reside.
«Me siento cómodo, pero sigo tomando café, no té»
Asturianos en la diáspora: Reino Unido

«Me siento cómodo, pero sigo tomando café, no té»

El ovetense y doctorando en Comisariado de Arte Pablo Luis Álvarez lleva una década en Reino Unido, pero no le disgustaría volver para trabajar en lo suyo

Domingo, 16 de febrero 2025, 01:00

Pablo Luis Álvarez (León, 1991) lleva residiendo en el Reino Unido desde 2014, aunque con algunas estancias temporales en España por motivos académicos y profesionales. Ovetense de familia y desde los cuatro meses de vida, estudió en La Gesta y luego en el Instituto Jovellanos de Gijón («La institución de la que más orgulloso me siento», afirma este carbayón nada futbolero que confiesa su simpatía por el Sporting). Se fue a Madrid para cursar Historia del Arte en la Universidad Complutense y tras acabar la carrera, ante un panorama que describe como «desolador en cuanto a perspectivas de trabajo e incluso de cara a un postgrado», decidió matricularse en un máster de Estudios del siglo XIX en el King's College de Londres: «Buscaba poder hacer algo en una universidad de prestigio si conseguía que me admitiesen y aunque luego no profundicé en esos estudios del XIX, aproveché para traducir y editar los ensayos de George Elliot que luego se publicarían en la editorial Uña Rota», desvela.

El periplo vital de Álvarez lo condujo de nuevo a Asturias en 2016, donde trabajó para la galería gijonesa ATM y una beca Botín lo impulsó a volver a Londres para cursar un máster de Comisariado en el Royal College of Art. «Esa oportunidad de formarme en el mejor centro de estudios artísticos del mundo hizo que me quisiera quedar allí con una beca de doctorado, cuya tesis me toca defender ahora», explica. Durante este tiempo ha combinado su investigación con estancias como profesor visitante en universidades como la de Mánchester, Dundee o Glasgow, la ciudad donde reside actualmente con su pareja de nacionalidad británica. «Me siento cómodo en Reino Unido. Llevo muchos años aquí, me he formado en universidades británicas y mi cultura de trabajo, con instituciones de aquí, es ya muy anglosajona, muy centrada en resultados, en el intercambio entre profesionales y en generar soluciones», asegura. Ese es uno de los aspectos que más valora del funcionamiento de la vida académica allí, que ve muy distinta a la de nuestro país: «Frente a esa rigidez que hay en España para conseguir una beca de doctorado, aquí lo que se valora es la idea del proyecto y el equipo de supervisores que sepas formar».

En lo que respecta a las condiciones materiales señala que «el Royal College es una universidad rica y cuenta con muchos recursos, cualquier cosa que necesites, si no la hay, se te consigue. Aparte de tener una buena asignación mensual para hacer viajes, estancias, asistir a conferencias o para aprender una segunda o tercera lengua , además de esas comodidades, no estás lidiando con cuestiones administrativas o burocráticas que te quitan tiempo de investigar, de eso se ocupan otras personas».

De cómo ve a los isleños, Álvarez apunta «la importante división norte-sur. El arquetipo de británico que tenemos es alguien del sur de Inglaterra. Cuando te mudas al norte, si eres asturiano, los entiendes. Gente trabajadora, vas en el autobús y hablan contigo. Al igual que en Escocia tienen otra manera de relacionarse, son más amables y sociables». Y en cuanto a la vida cotidiana: «Cenamos antes, por la noche todo cierra primero, pero no tanto como se piensa, en ciudades como Londres o Glasgow los horarios no son muy distintos a los de Madrid u Oviedo: tiendas a las 8, supermercados a las 10, restaurantes y pubs a las 12. La diferencia es cómo se distribuye la ciudad. En España, vivas donde vivas, hay bares, peluquerías, farmacias, pero en el Reino Unido hay un centro comercial donde se desarrolla toda la actividad económica y barrios residenciales en los que sales a la calle y solo ves edificios y árboles».

Sobre las relaciones personales, más allá del sesgo norte-sur, el ovetense revela que «en general las relaciones con el ciudadano anónimo varían entre la amabilidad a que te oigan un día hablando por teléfono con tu madre y te digan: 'Estás en Inglaterra, habla inglés'. Eso pasa muy raramente. Y algo que a mí me gusta es que es un pueblo nada cotilla, que valora mucho el trabajo y es muy flexible en su concepto de éxito: si tú decides hacerte peluquero de gatos, se respeta y se ve como una oportunidad más de crecer». Por lo demás, admite con humor que «sigo tomando café, no me he pasado al té».

Sobre su tierra, expresa que «como muchos asturianos que se han tenido que ir, siempre la tengo en mente» y, en cuanto a la posibilidad de retorno, no alberga dudas de que, pese a todo lo que ha encontrado en Reino Unido: «Me encantaría volver. Nuestra región cuenta con una red importante de equipamientos culturales y hay dos iniciativas a las que me gustaría mucho contribuir con mi experiencia y conocimiento: la capitalidad cultural de Oviedo en 2031 y la 'vía gijonesa', el proyecto de ciudad en torno a Tabacalera en Gijón», apunta.

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