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María Dolores Fernández, Audaz Alfredo Martínez y Carmen Rosa Sánchez, distinguidos en el Día Meteorológico Mundial, observan el cielo desde un balcón de la Delegación del Gobierno.
Los guardianes del tiempo

Los guardianes del tiempo

La Agencia Estatal de Meteorología distingue a tres de sus colaboradores en Taramundi, Grandas de Salime y Villaviciosa

LAURA MAYORDOMO

Viernes, 24 de marzo 2017, 03:19

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Durante 26 de los 32 años que Audaz Alfredo Martínez Casado trabajó como empleado en la central hidroeléctrica de Grandas de Salime tuvo otra tarea encomendada. Cada día, al iniciar el turno, debía encargarse de anotar las temperaturas máximas y mínimas, las precipitaciones por metro cuadrado, la velocidad del viento que había quedado registrada en el velocímetro y si el día estaba nublado o despejado. Lo que empezó siendo una obligación acabó convirtiéndose en afición «que aún mantengo». Hace dos años que Martínez Casado se jubiló, pero no pasa un día en que este vecino de Carreño no se asome a la puerta de su casa con intención de escudriñar el cielo y predecir el tiempo. Al principio, Rosario, su mujer, le preguntaba escéptica: «¿Pero tú estudiaste algo de meteorología?». «Pues no, pero sé que va a llover», le contestaba él. Y llovía.

Su «trayectoria, labor y compromiso», como el de otras dos colaboradoras de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en Asturias -María Dolores Fernández Lorido, de Taramundi, y Carmen Rosa Sánchez Álvarez, de Villaviciosa- fueron reconocidos ayer en Oviedo en el acto que cada año organiza la Aemet para conmemorar el Día Meteorológico Mundial. Para los tres tuvo palabras de agradecimiento el delegado territorial de la agencia en Asturias, Manuel Mora, y a los tres les entregó como recuerdo el delegado del Gobierno un calendario zaragozano. «Se empezó a editar en 1846 y aún hoy se puede encontrar en las librerías. No tiene ninguna base científica, pero en las aldeas, y yo soy aldeano, va a misa», aseguró Gabino de Lorenzo.

En el pueblo de María Dolores Fernández Lorido, en Taramundi, los vecinos prefieren recurrir a ella para saber si al día siguiente va a llover. Y eso pese a que ella siempre les contesta: «Ay, yo eso no lo sé». Es lo que tiene ser la tercera de una generación de colaboradores de la Aemet. Una tradición que inició en 1919 su abuelo, maestro de escuela, que comenzó a anotar los registros de temperaturas, precipitaciones y viento en la provincia de Lugo, después en Castropol y, finalmente, en su Taramundi natal. Una tradición que continuó su madre, Margot, hasta el último día de su vida, con 88 años, y que María Dolores heredó en 2008, cuando aún regentaba con su marido, Segundo Llanes, la carnicería Taramundi. «Este reconocimiento que me han hecho hoy es también para ellos. Para mi madre y mi abuelo», agradecía. Y aunque confiesa que no lo hace con la entrega y dedicación que demostró su madre -que precisamente obtuvo un reconocimiento nacional en 1994 por su desinteresada colaboración con el Instituto Meteorológico-, sigue cumpliendo religiosamente con su cometido.

93 litros por metro cuadrado

Al igual que lo hace desde 1991 Carmen Rosa Sánchez. En su finca de Candanal, en Villaviciosa, tiene instalada una de las cerca de 80 estaciones que dependen de colaboradores voluntarios de la Aemet en el Principado. Ella no tiene que tomar nota de las temperaturas, pero sí de las precipitaciones caídas en las últimas horas. Y aún hoy recuerda el registro máximo que ha anotado en estos últimos veintiséis años: «Fue al poco de encargarme yo de la estación. Se recogieron 93 litros por metro cuadrado en 24 horas. Nunca llovió tanto», asegura.

A ninguno de los tres les resultó ajena la conferencia que, sobre las nubes, ofreció el especialista en observación del Observatorio de Oviedo de la Aemet Roberto González. Porque observándolas, dicen, son capaces de saber «de dónde sopla el viento o si va a llover». Y eso que existen cien tipos de nubes distintas.

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