Una cirugía de tres millones alarga la vida de un viaducto de la autovía minera
La Consejería de Movilidad detectó a tiempo un grave defecto bajo el tablero del puente de Grandarrasa. Para repararlo se eleva la calzada con gatos hidráulicos
Ingeniería, decisión y fondos públicos. Todo eso está haciendo falta para que cada día puedan seguir circulando 28.206 vehículos diarios sobre el viaducto de ... Grandarrasa, en la autovía Minera (AS-I), mientras, a la vez, la Consejería de Movilidad avanza una obra tan complicada como delicada. Es toda una cirugía de precisión que permitirá sanear un defecto crítico en la estructura y alargar su vida útil «en al menos otros 15 años más».
El problema se localizó el pasado agosto. En uno de los recorridos rutinarios que hacen los técnicos del servicio de carreteras del Principado se percataron de «graves deficiencias» en una de las juntas de dilatación del tablero con el tráfico en sentido a Mieres, según recoge el expediente. La deformación era de varios centímetros, provocando que el coche saltara de forma incómoda al pasar por encima.
307 metros de largo
Inaugurado en 2003, una característica del viaducto es que carece de caminos que permitan acceder a sus pilas. Sus 307 metros de longitud salvan un desnivel colmatado de vegetación. Los técnicos no se confiaron con el diagnóstico superficial y, mediante un dron, lograron ver por debajo del puente. Allí la cámara les mostró el origen del problema. Las vigas terminan en una meseta que se une al tablero mediante varios neoprenos que amortiguan presiones y movimientos. Uno de ellos había sido «escupido» de su posición original, quedando al borde del capitel. La viga seguía apoyada sobre él, a una cota inferior a la que le correspondía. De haber caído el neopreno de la pila se habría deformado más la junta de dilatación al punto de tener que cerrar al tráfico.

Las imágenes localizaron otros neoprenos movidos de sitio o deformados, por lo que se actuó de inmediato. El 19 de septiembre el servicio remitió la memoria para tramitar la obra por el procedimiento de emergencia. Subrayó que la situación encontrada era «un grave peligro tanto para la seguridad vial como para la de la estructura». El desplazamiento de los neoprenos es una dinámica que avanzaría lo que, de no atajarse, «puede desembocar en el corte total de la vía y la posibilidad de que se produzca el colapso de la estructura».
Cojines de neopreno
Por eso se llamó directamenta a Ogensa, empresa con maquinaria y personal cualificado para la intervención. Acudió con un camión con plataforma autoportante, gracias a la cual desde el tablero los trabajadores pueden descender en una canasta para trabajar en los bajos del viaducto. Mirado con detenimiento se detectó que la anomalía estaba más extendida, que convenía sustituir los 128 neoprenos sobre los que se asienta el tablero, dotarles de una cuña superior con mortero de alta resistencia y rehabilitar parte de las mesetas de apoyo, que estaban deterioradas.

Para ello desde el 12 de noviembre se viene cortando el viaducto sobre el que se trabaja en cada fase, restricción de la que Movilidad informa en redes sociales. Sin tráfico sobre el tablero se avanza una operación de pura física, fuerza y técnica. Reponer los apoyos del viaducto implica que antes hay que izarlo metiéndole por debajo gatos hidráulicos capaces de sostener sus toneladas de hormigón armado.
Movilidad aprovecha el despliegue para fresar y reponer la capa de rodadura, de forma que no haya que volver a cortar más adelante. En total se está invirtiendo tres millones en unos trabajos que se confía en terminar en julio y que dejarán a Grandarrasa listo para nuevas décadas de servicio.
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