Jacinto Insunza, pregonero de las fiestas del Cristo de Pravia: «Las fiestas del Cristo son la mejor época para estar en Pravia»
«La comunidad europea sigue sin entender la necesidad de proteger la pesca y a las cofradías de pescadores y de darles todo el respaldo posible»
Jacinto Insunza (Pravia, 1955) es praviano de pura cepa y devoto de la Virgen del Valle. Así mismo se denomina él que, pese a llevar ... viviendo fuera de la villa desde los 20 años, nunca se olvida del pueblo en el que creció. Aunque si hay algo que Inzunza no deja de tener presente nunca, eso es la fiesta del Cristo, de las que este año este abogado es el pregonero. El viernes hablará a sus vecinos en el Ayuntamiento de Pravia a las 20 horas para dar el pistoletazo a los festejos.
–¿Qué supone para usted ser el pregonero del Cristo?
–Estoy encantado con ello. No me lo creo. Lo primero es que me hace pensar en mis padres, que eran unas personas muy queridas en Pravia. En mis hermanos, mis amigos... porque creo que las mejores fiestas del Cristo son las que pasas siendo niño y adolescente. Con 20 años me marché a Madrid a trabajar, pero este pregón me permite recordar todo aquello.
–Es una forma de volver a su villa y a su concejo ¿no?
–Sí, siempre tuve casa en Pravia y veraneo todos los años. Cuando me fui a Madrid buscaba que las vacaciones coincidieran con las fiestas del Cristo. Luego me comprometí con mi mujer, Clara, y nacieron nuestros hijos, Eloy y Gloria, y dejamos de venir a las fiestas porque coincidía con el inicio del curso, pero por lo menos el verano lo pasábamos en Folgueras.
–¿Qué recuerdos guarda de estas fiestas?
–Una de las cosas que recuerdo son unos pantalones cortos de color verde que me hizo Valentina, nuestra Christian Dior del Valle, que eran absolutamente los mejores de todos los tiempos, según me decían las vecinas. Recuerdo también las carrozas, pero cualquiera de las fiestas del Cristo entre los 5 y los 20 años puede decir que eran las mejores, porque eran maravillosas.
–¿Cómo las vive ahora?
–A partir de los 20 años entras en una tercera edad en la que disfrutas porque ya sabes lo que la fiesta te ofrece y no vas buscando las emociones de qué es lo que te puedes encontrar, sino que ya lo sabes. De crío la fiesta era estar con los amigos. Aunque había atracciones o teníamos dinero y podíamos ir a la confitería a ponernos morados, lo importante era y es estar con los amigos. Es la mejor época para estar en Pravia y me acuerdo de estar todo el año esperando a que llegaran y cuando lo hacían me entraba una emoción en el estómago que no se me quitaba hasta que acababan.
–¿Sabe ya lo que quiere decirles a los vecinos que vengan a verle el día del pregón?
–Que los quiero a todos y que la próxima vez en lugar de un pregón paso lista y saludo porque me pongo a pensar en todos a los que puedo mencionar y podría estar tres horas. Y que no se marchen de vacaciones en estas fechas, que se queden en Pravia.
–Con 20 años se fue a Madrid. ¿Cómo fue ese cambio?
–Había empezado a estudiar derecho en Oviedo y dije: «Esto no es para mí, me voy a hacer la mili y me marcho a Madrid y me pongo a trabajar». Al llegar a Madrid, Miguel López Quesada me dio un trabajo en una empresa y cuando saqué un dinerín me puse a estudiar de nuevo y desde ahí no paré. Cuando acabé me colegié.
–A partir de ahí empezó a trabajar en la Federación Nacional de Cofradías de Pescadores.
–Empecé a trabajar con Clemente Jesús Muñiz Guardado, el presidente nacional de las Cofradías de Pescadores, y José Luis Rodríguez Escalada, que era el secretario general. Me llamaron y me dijeron que las cofradías de pescadores y las cámaras agrarias iban a desaparecer. Lo último desapareció pero en lo otro creían que había futuro, así que hice un informe y al mes todos los informes que había en el Ministerio se apartaron y nos hicieron caso a nosotros. A partir de ahí estuve 38 años trabajando con ellos.
–¿Cómo valora el panorama actual en esta materia?
–Llevo tres años que lo miro todo de reojo sin entrar a opinar, pero sí que puedo decir que la comunidad europea sigue sin entender la necesidad de proteger la pesca y de darle todo el respaldo posible. Creo que muchas regulaciones son excesivas y creo que las cofradías de pescadores son el mejor modelo. Queremos un modelo que reconozca a las cofradías por lo que son, sin necesidad de adaptarse al modelo europeo.
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