Víctor López
«Un albergue de acogida tiene una perspectiva más histórica y más conectada con las personas que realizan el Camino»
Víctor López (Huesca, 1963) lleva años estudiando el Camino de Santiago y buscando formas de aunar la tradición con los nuevos tiempos. Así nació en 2023 el proyecto 'Camino de Santiago Siglo XXI'. Este fin de semana se encuentra en Castrillón en las jornadas Hospitalidad en el Camino del Norte, organizadas en colaboración con la asociación Castrillón Para Todos.
–¿Cómo surge esta idea de llevar a cabo las jornadas?
–Tanto desde la asociación de Castrillón como de la Agrupación de Caminos del Norte nos trasladaron la posibilidad de venir a hacer una pequeña formación sobre el funcionamiento de los albergues de acogida y de hospitalidad. Como tenemos la experiencia de haber fomentado estos albergues de acogida, vamos a compartir esta experiencia y algunos acuerdos que conocemos de ayuntamientos en la gestión de este tipo de equipamientos.
–¿Cuál es la diferencia entre un albergue de acogida y un albergue al uso?
–Los primeros tienen un régimen especial donde los gestionan voluntarios que vienen de diferentes países del mundo y que están vinculados al Camino de Santiago porque lo han hecho, porque pertenecen a alguna asociación en su país de origen, porque fomentan los valores jacobeos del camino independientemente de si son religiosos o no.
–¿Cómo es la forma de llevar estos albergues?
–Es una forma muy guapa porque estos voluntarios han vivido la experiencia del Camino y como vienen de distintos países pueden acoger a gente de varios países, les ayudan, les acogen, los acompañan a la farmacia... El Camino de Santiago no es un producto turístico al uso, es un producto cultural, una experiencia y una vivencia.
–¿Cuáles son los requisitos para gestionar un albergue de este tipo?
–Está legalizado por comunidades autónomas, pero no suele entrar dentro de la legalización como albergue turístico. Es decir, no es un albergue turístico. Normalmente los peregrinos no pueden reservar con 15 días de antelación porque vienen de muy lejos. No es una empresa ni una concesión, sino que los llevan voluntarios conectados a las asociaciones.
–Es una forma de volver al origen más humano del camino ¿no?
–Es una perspectiva histórica más humana y más conectada con las personas. Se trata de conocer de dónde vienen las personas y humanamente atenderles lo mejor posible. Muchas zonas piensan que porque pase el Camino de Santiago por ellas hay que informar de que se vea esta iglesia o esta otra cosa, pero es así, si no al revés, cuando un peregrino es bien tratado y acogido volverá como turista.
–¿En qué cosiste el proyecto Camino de Santiago Siglo XXI?
–Ha tratado de conectar los caminos del norte con el camino francés para que las asociaciones se conocieran y aprovecharan cuestiones como la tecnología para implementar algo común a todos.
–¿Por ejemplo?
–Hemos desarrollado el 'Pilgrim pass', que es una app para los albergues en la que los peregrinos pueden saber si van a tener plaza o no en el albergue en tiempo real. Tiene un sistema para inscribirse sin dificultad en el idioma y un traductor.
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