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Llega la marea naranja: la concertada se moviliza contra un «trato de segunda»
Más de un millar de docentes se concentró en Oviedo para exigir el fin de lo que consideran 25 años de agravios históricos
Contundente y multitudinaria. Así fue la manifestación que docentes y alumnos de la escuela concertada asturiana hicieron este jueves ante el Teatro Campoamor de Oviedo mientras sindicatos y Principado mantenían una nueva reunión para tratar de llegar a un acuerdo que ponga fin a la huelga indefinida de docentes. Alrededor de un millar de personas, según la estimación de la Policía Local, respondieron al llamamiento de diversas plataformas y sindicatos para visibilizar una situación que definen como «insostenible». La manifestación, que fue una auténtica marea de color naranja (por las camisetas que lucían) partió a las seis de la tarde de la emblemática plaza de La Escandalera y no fue solo una marcha sino un grito de auxilio y una exigencia de dignidad profesional dirigida directamente al Gobierno del Principado de Asturias.
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«Enseñamos de corazón y exigimos con razón», «Hasta aquí, concertada en lucha», «No llegamos tarde, nos hicieron esperar» o «De vocación no se vive» son algunos de los mensajes y proclamas que podían leerse en las pancartas. Bajo un ambiente de seria reivindicación, la columna de manifestantes recorrió las principales arterias de la ciudad, realizando una parada estratégica frente a la Junta General. Allí, entre aplausos y proclamas, resonaron consignas como «¡Barbón, dimisión!», señalando al presidente autonómico como máximo responsable político de su situación. El recorrido finalizó ante la sede de Presidencia, donde una delegación de tres representantes hizo entrega formal de una carta dirigida a Adrián Barbón, solicitando una reunión de carácter urgente para abrir una vía de negociación real.
El núcleo de las quejas se articuló en un manifiesto leído durante la concentración que desgranaba un pliego de condiciones laborales que les sitúa, dicen, en clara desventaja. «El trato que recibimos nos hace sentir como profesionales de segunda, y no lo somos. Que nadie se confunda», clamaba una de las portavoces, resumiendo así el sentir general.
A esta voz se sumó la de José Manuel Cueto, secretario general de Otecas, una de las principales fuerzas sindicales convocantes. Cueto puso cifras al hartazgo acumulado: «Hoy pedimos que se hagan cargo de las demandas históricas que llevamos 25 años pidiendo». Entre ellas destacó la necesidad de regular las jubilaciones parciales y de alcanzar «un salario mejor que satisfaga nuestro trabajo». Recordó, además, que no es un capricho, sino un mandato legal: «La ley orgánica dice que se tiene que equiparar a la pública, que también somos», sentenció en referencia al servicio público que prestan.
Esta reivindicación salarial fue compartida por los docentes allí congregados. Úrsula García, profesora de Secundaria, puso cifras a la frustración: «De vocación no se vive», afirmaba, antes de describir que «en nuestra etapa trabajamos 25 horas lectivas semanales, siete más que en la escuela pública por un salario inferior. No pedimos privilegios, pedimos justicia«. A ello se suma la petición de una reducción de las ratios y un aumento del personal de apoyo.
Otro de los puntos calientes es la excesiva burocracia. Juan Antonio Álvarez, también docente de Secundaria, fue tajante: «Pedimos menos burocracia y más pedagogía. Que se nos escuche». La protesta también enarboló la bandera de la libertad de elección de centro, un pilar del modelo concertado. Los manifestantes argumentaron que este derecho se ve amenazado por una financiación insuficiente. «No se puede lograr la excelencia sin medios», señaló una maestra de Primaria, quien destacó que la falta de inversión no solo afecta a los profesionales, sino directamente al alumnado. «En nuestros centros también atendemos a estudiantes migrantes y a familias en situación de vulnerabilidad. La desigualdad de recursos perpetúa la desigualdad social», denunció.
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