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LAURA FONSECA
GIJÓN.
Domingo, 1 de noviembre 2020, 02:08
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La segunda ola de coronavirus «está siendo mucho más dura que la primera. El virus ya está en fase de transmisión comunitaria y estamos viviendo situaciones que en el hospital no vimos en marzo y abril». Lola Escudero, la jefa de la UCI Polivalente del HUCA no oculta su preocupación ni tampoco minimiza la gravedad de lo que ocurre. Pese a definirse como una optimista per se, cree necesario que la gente sepa lo que está pasando: «Estamos mal, muy mal, al límite, diría». En las últimas 48 horas, el hospital ha recibido más de veinte derivaciones. «Una barbaridad», el equivalente a tres veces la UCI del Hospital Valle del Nalón, o dos veces la de Cabueñes, compara. Por eso, ruega a la población que se quede en casa: «Luchar contra la pandemia es un esfuerzo colectivo. El éxito o el fracaso dependerá de lo que hagamos todos y los ciudadanos tienes su cuota de reponsabilidad».
Con un virus desbocado y contagiando «mucho más de lo que contagió en primavera», los ánimos del personal «están tocados. La plantilla está exhausta». Lo admite Lola Escudero, quien asegura que «la incertidumbre, el no saber cuánto va a durar todo esto, se gestiona muy mal, y los sanitarios, que estamos dando un cien por cien en nuestro trabajo, también tenemos familia y amigos que nos preocupan». Esta médica intensivista aconseja «firmar la paz con la incertidumbre y tirar para adelante. No te puedes plantear otra cosa en estos momentos». También aboga por cuidar el ánimo «de los profesionales, ya que se les está pidiendo nuevamente un gran esfuerzo, con jornadas de doce y catorce horas, viendo muchos pacientes sufrir. Eso es muy duro y mucho más cuando no sabes cuánto va a durar».
El caso es que a lo largo de la primera ola de coronavirus, entre marzo y abril, la UCI del HUCA estuvo al borde del colapso. Se quedó apenas a tres camas de sufrir un lleno absoluto (tiene 60 plazas, 40 en la zona Polivalente y 20 en la cardíaca). Aquello se vivió con mucha tensión, pero «ahora ya estamos colapsados». «La gran diferencia con la primera ola es que no hay confinamiento y seguimos atendiendo, en la medida de lo posible, al resto de patologías». En marzo y abril los hospitales del Sespa prácticamente se vaciaron. «Ahora estamos manteniendo un equilibrio complicado para que nadie se quede descolgado, porque los pacientes no covid también tienen derecho a ser atendidos, pero no vamos a poder aguantar mucho más. Como ya dijo el presidente de la Sociedad de Medicina Intensiva, las camas de UCI van a ser un recurso muy disputado». Pero deja claro que, a pesar de esa saturación, «no está dejando de ingresar a ningún paciente».
Sin los aplausos de las ocho, ni las barritas energéticas o los yogures que llegaban al hospital de donantes espontáneos que querían reconfortarles allá por marzo, «los ánimos no son lo que eran. Hay fatiga, pero seguiremos como el primer día, a pie del cañón en la segunda, tercera o cuarta ola».
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