Respuesta masiva a la vacunación sin cita

Desde bien temprano ya pintaba que iba a ser una jornada de colas de asturianos para vacunarse. Bastaba con darse un paseo por los distintos dispositivos de la región a eso de las 9.30 horas de la mañana. Sin que aun se hubieran abierto las puertas, como si de un día de rebajas de los de antaño se tratase, ya había gente aguardando turno. «Había personas esperando incluso antes de que llegasen las vacunas», comentaba el doctor Eugenio García en el dispositivo móvil ubicado en los alrededores del Teatro Campoamor en Oviedo. En Gijón, por tomar otro de los puntos de referencia con mayor población, era el gerente del Área Sanitaria V, Manuel Bayona, quien celebraba que «ya tenemos a las primeras 20 personas vacunadas en quince minutos». En este caso, en la Plaza Mayor de la ciudad.

La región llegó al 80% de la población con la pauta completa el miércoles. La primera de España en llegar a ese umbral mientras el Ejecutivo central celebraba haber cumplido su compromiso de llegar al 70% antes de que acabase agosto. Una marca lograda, como quien dice, por los pelos y casi en el tiempo de descuento. El resto de ahora, en el caso de Asturias, es seguir haciendo crecer ese 80%. El margen, aunque existe, es pequeño. Al menos, siguiendo con el sistema que se ha llevado a cabo durante todos estos meses mediante la citación previa por parte del Sespa. Por ello, desde esta semana se han abierto a otras vías que hasta ahora habían desechado: la cita previa solicitada por el propio ciudadano y, como la de ayer, una jornada de puertas abiertas. No hacía falta nada, solo presentar el DNI y la tarjeta sanitaria.

Desde primera hora, las colas fueron a más. En el Campoamor llegaron a los 200 pinchazos a mediodía. Aquí, la expectativa era llegar al millar durante toda la jornada; en Ribadesella a las 12 h. llevaban 150. La Consejería de Salud solo facilitó datos actualizados hasta las dos de la tarde. A esa hora, en toda Asturias, habían pasado 1.937 personas, según los datos que ofreció el Principado, que no facilitó el número total de dosis administradas ayer al cierre de la jornada.

Los perfiles de quienes acuden tienen patrones comunes. Son mayoritariamente gente joven, acompañados de sus progenitores en muchos casos, a quienes la citación 'oficial' les llegó mientras estaban fuera de Asturias por vacaciones. Roberto Paraja, de 16 años, fue con su madre, Ana Paraja. Ella explica que «estábamos fuera, pero al volver vimos la oportunidad. Además, es un deber contribuir con la sociedad para que avancemos y progresemos en esta lucha contra la pandemia». Los hay que no quisieron ni esperar un minuto extra. Alba Loureda, de 20 años, llegó al Campoamor con las maletas. «Hace una hora que aterricé de vuelta de Alicante, pasé por delante, vi que había poca gente y aproveché para no tener que volver de tarde». Ella es otra de las jóvenes que la citación le cogió fuera y que no dudó en cuanto pudo acudir a la cita. Su madre, Carmen Alonso, bromea: «La dosis llega a tiempo para las clases y para salir por San Mateo».

Los hubo que lo dejaron para la tarde. En Gijón, a partir de las 18 horas la afluencia fue masiva, especialmente el Palacio de Deportes. Allí acudió Paula Lozano, quien aguardó «tres horas» de cola poara vacunarse. Las filas de personas para entrar al centro de vacunación dio la vuelta al recinto. En una estaba los usuarios sin cita previa y en otra los que ya contaban con ella.

La imagen a las puertas del palacio hablaba por sí sola. Un zigzag. Otro. Y otro más. Y así hasta llegar al emplazamiento donde el domingo se desarrolla el rastro. En el interior, manteniendo la calma y coordinación, el equipo de profesionales que tuvieron que hacer varias salidas para reponer las existencias de vacunas ante una afluencia que superó las expectativas más entusiastas.

Aunque mayoritariamente, fuese donde uno fuese, el perfil predominante eran jóvenes, no se podía sacar un único patrón. Es el caso de María del Mar Fernández quien rechazó vacunarse cuando le correspondía por su edad. «Tengo anticuagulante lúpico y dije que no me iba a poner AstraZeneca, que era la que me correspondía. Ahora, esta es mi oportunidad». Otras, como un grupo de cinco monjas de la congregación Agustinas Recoletas, que hasta ahora, según explican, no habían podido vacunarse por no tener todos los papeles necesarios. Guadalupe Martínez, una de ellas, explica que «vine a acompañar a tres hermanas que llegaron hace unos años como estudiantes y no pudieron ser vacunadas. Ahora nos dijeron que viniéramos. Así fue, nos hicieron el favor y sí las van a vacunar. Estamos muy contentas».

El consejero de Salud, Pablo Fernández Muñiz, acudió ayer al punto de vacunación en los aledaños del Teatro Campoamor de Oviedo para conocer cómo estaba yendo la jornada. Allí reconoció que este sistema «está siendo muy útil». Preguntado por el nuevo hito de vacunación, una vez superado el 80%, dijo que «no nos ponemos topes porque el objetivo es vacunar a todos». Fernández Muñiz fijó un reto: «Seguir vacunando con mucha intensidad a todo el que quiera, y convencer a los que no dándoles todas las facilidades».

Sobre la inmunidad de grupo, el consejero insistió en que «esta es una enfermedad donde ese concepto no es como en otras. La vacuna te da buena protección individual y eso hace que todos debemos tener en la cabeza que tenemos que vacunarnos».

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