Cerca de 3.000 prueban suerte cada año en el mercado laboral de otra provincia

Si 2017 fue el año de la recuperación económica, ésta resultaría insuficiente para atajar la fuga de la juventud. El Instituto Nacional de Estadística (INE) cifra en 1.531 el flujo de jóvenes de entre 20 y 34 años que desde Asturias emigraron al extranjero el año pasado. La comunidad llevaba cuatro años seguidos conteniendo esas pérdidas hasta que llegó 2017 con un centenar más de emigrantes que el ejercicio anterior.

En el intercambio de jóvenes con el resto de comunidades Asturias lleva ocho cursos consecutivos perdiendo. Si se atiende a la franja de entre 25 y 34 años, es decir, los que ya están en edad de dejar los estudios atrás y centrarse mayoritariamente en trabajar, resulta que el año pasado 2.902 de ellos se empadronaron en otra comunidad. Es un número similar al obtenido en 2016.

Oviedo es el concejo que más jóvenes de este edad cede. Los lugares de destino preferente son Madrid, Barcelona, León y Galicia, con un matiz. Los estudios sobre la materia señalan que en ocasiones a la emigración a otra provincia le sigue, si las cosas se siguen torciendo, el intento en otro país.

El fenómeno migratorio se convierte así en uno de los más complejos de medir, según aclaran los especialistas. «Los alemanes cuando se mudan lo primero que hacen es empadronarse, pero en nuestra cultura ese cambio es algo que vamos dejando pasar, por lo que estadísticamente a lo mejor no computas como emigrante hasta pasados unos años», explica uno de sus estudiosos.

Ha dificultado en los últimos años el seguimiento la Ley de Memoria Histórica y las posibilidades que dio para nacionalizarse a los nietos o bisnietos de los emigrantes.

Con esa cautela hay que leer los números del Padrón de españoles residentes en el extranjero que confecciona el INE. Según el mismo hay ahora poco más de 14.000 asturianos de entre 25 y 34 años viviendo en otro país, un 42% más que en 2009. Cuando se escrutan los números, resulta que gran parte de ellos estarían ahora afincados en países como Argentina, México o Cuba.