Las lluvias de primavera y verano ponen en riesgo la cosecha de fabes de este año
La gerente del Consejo Regulador de la IGP Faba Asturiana, Paula Álvarez, afirma que «el exceso de humedad ha proliferado los hongos y las plagas»
El exceso de lluvia ha jugado este año una mala pasada a la producción de fabes en Asturias. Así lo afirmó la gerente del Consejo Regulador de la IGP Faba Asturiana, Paula Álvarez, quien advirtió de que la cosecha «está siendo irregular». Si el año pasado fue la sequía la que diezmó las plantaciones, en esta ocasión fueron las lluvias de la pasada primavera y del verano, que han creado las condiciones perfectas para la proliferación de hongos y enfermedades en los cultivos. El año pasado, la falta de agua redujo en un tercio la cantidad de fabes cosechadas. Este año, se espera superar esa merma.
Álvarez explicó que la lluvia no sólo contribuyó a la expansión de enfermedades que afectan a la faba, síno, también, «ocasionó problemas a la hora de sembrar. Los ambientes húmedos son ideales para plagas y hongos», comentó la gerente del Consejo Regulador de la IGP Faba Asturiana.
Otro problema derivado de la proliferación de hongos en las cosechas tiene que ver con la limitación de productos para el control de enfermedades para el cultivo de la faba adscrita a esta IGP. «No tenemos muchas herramientas para eliminar las plagas y eso dificulta aún más la situación», subrayó su gerente.
Paula Álvarez no atreve a predecir el impacto que ese aumento de la cantidad de lluvias puede tener en la cosecha, aunque no es optimista. «Se espera que sea una disminución superior a la del año pasado, que ya fue de un 30%», comentó. No obstante, «cuando se trata de fabes no se pueden hacer predicciones exactas, porque todo puede cambiar hasta el último momento», añadió la gerente del Consejo Regulador de la IGP.
Condiciones ambientales
Paula Álvarez explicó, además, que en los últimos dos años las condiciones meteorológicas «han mermado la producción» y añadió que «lo ideal sería que pudiéramos tener un verano normal, como el de hace tres años en el que no llovió demasiado y tampoco hubo sequía».
Para minorizar los efectos negativos causados por las plagas en los cultivos de fabes, el Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario (Serida) ha desarrollado en los últimos cinco años diferentes programas de mejora genética para incrementar la resistencia de los cultivos a enfermedades.
Desde este servicio se explica que los aspectos que se mejoraron incluyen la resistencia a enfermedades comunes, como los hongos, la duración del ciclo de cultivo y la estructura de la planta. «La idea es evitar los daños causados por los patógenos, minimizar gastos en tratamientos y el manejo del cultivo, así como contribuir a un cultivo saludable y medioambientalmente responsable», añadieron.
Desde el Serida advirtieron, además, que actualmente no hay demasiados productos autorizados para la eliminación de plagas, pues algunos de ellos, podrían generar justo el efecto adverso al deseado. «La faba es una leguminosa que al asociarse con determinadas bacterias es capaz de aprovechar el nitrógeno del aire, por lo que la aportación de abonos minerales nitrogenados y otros productos debe ser moderada, no superando las cantidades indicadas», concluyeron.
La esperanza de los productores de fabes está puesta en el mes de septiembre, que como bien explicaron, «hasta el último momento, todo puede cambiar». «Si en septiembre logramos tener un mes tranquilo, sin mucha lluvia, y sin mucho calor, probablemente terminaremos el año con una mejor expectativa de la que tenemos ahora mismo. Habrá que esperar», concluyó Paula Álvarez.