Marina Pinchuk, por amor al arte y a Asturias

Marina Pinchuk (Mogilov, 1982) nació a más de 3.500 kilómetros de Collanzo, un pequeño pueblo del valle de Aller, en el que esta mezzosoprano bielorrusa encontró, hace dos años, su lugar en el mundo. Ella llegó a Asturias por primera vez en 2015 y fue gracias a que las melodías la subieron a las tablas del Campoamor. Allí, interpretó 'Madama Butterfly' y, aunque solo hacía «un papel pequeñito», tal y como recuerda ahora, fue su toma de contacto con la tierra donde iba a construir su futuro.

Entonces ella no lo sabía, pero volvería al Principado más adelante, porque en otras dos ocasiones tuvo que venir para interpretar alguna pieza de Wagner. En aquellos viajes, reconoce, nuestra tierra le gustaba, pero cuando realmente se enamoró de su calma fue hace dos años, por azares del destino y, sobre todo, del coronavirus. «Vivía en Madrid y, con la pandemia, busqué un sitio donde pudiera respirar y tener agua y aire», cuenta. Y el lugar elegido fue Collanzo. «Mis amigos flipan de que haya cambiado la capital por un rincón como este, pero a mí me gusta porque tengo de todo, menos un teatro de ópera en el pueblo», se ríe.

Es verdad que no hay ningún coliseo por esos caminos, pero Oviedo está muy cerca y allí de ópera saben bastante. Tanto que Pinchuk ya está ultimando los detalles para subirse a las tablas del Campoamor la próxima semana, gracias a su papel de Telva, en 'La dama del alba'. «Es una obra difícil como cualquier ópera contemporánea, pero me gusta porque empiezas a descubrir tú mismo la música, ya que no hay grabaciones. Vas creando algo tuyo propio», explica.

Y, para encarnar este personaje, a Marina le tocó «cantar mucho en casa. Vas ensayando más y más y acaban saliéndote las emociones y terminas viendo las relaciones que hay entre los personajes», señala. Además, según confiesa, ha visto «unos cuantos vídeos en Youtube» para prepararse más y, por supuesto, ha sido toda oídos para absorber hasta el último de los consejos de Emilio Sagi, el director de escena.

Así, esta mezzosoprano espera encandilar al respetable como ya hizo las ocasiones anteriores que se subió al escenario en el Campoamor. «Siempre tuvimos éxito, nos aplaudieron mucho», celebra la bielorrusa. «Nunca escuché ningún 'buuu'», añade entre risas.

Será este el reencuentro de Pinchuk con las tablas ovetenses después de la larga pandemia, que ya va cayendo en el olvido. «A la ópera creo que ya volvió el ritmo que teníamos antes del covid porque estuvimos parados, pero volvió El Corte Inglés y nosotros también regresamos», bromea.

Cuando los focos del teatro se apagan, ella vuelve a su hogar en Collanzo, donde promete que es «feliz» porque «quería una zona tranquila y la encontré». Allí su voz resuena, acompañada solo de los ruidos de la naturaleza.