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OCTAVIO VILLA
GIJÓN.
Lunes, 16 de marzo 2020, 01:38
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La totalidad de los concejos de Asturias, hasta los menos envejecidos, superan la tasa de envejecimiento media de España. Los 78, sin excepción. El municipio menos envejecido de Asturias es Noreña. De sus 5.179 habitantes, 745 tienen menos de 15 años y 1.054, más de 65. De esas cifras sale una tasa de 141,48 (1,41 mayores de 65 por cada menor de 15), similar a la cifra de Llanera (141,91), Siero (161,12), Corvera (176,41) y Oviedo (176,73). Se trata de concejos dinámicos e integrados en el 'Ocho Central'. Pero todos ellos superan la tasa media de España, de 122,99. Y ello, incluso contando con que sufre la penalización de cuatro provincias aún más envejecidas que Asturias, pues si la tasa del Principado es de 220,38, ésta es superada con claridad por Zamora (306,03), Orense (296,54), Lugo (269,17) y León (237,46). Si a ello se suma que Salamanca (216,14) y Palencia (211,38) rondan la cifra asturiana, se ve con claridad que esas provincias conforman una mancha uniforme de envejecimiento en el noroeste del país.
Siendo la situación regional preocupante, la de las alas de la región, y especialmente la de los concejos del interior y la cordillera es extrema. Seis concejos (Pesoz, Caso, Illano, Proaza, Ponga e Ibias) tienen entre 8 y 9,5 mayores de 65 años por cada niño. Y otros catorce tienen más de cinco viejos por cada niño. Todos ellos en el interior del Oriente y el Occidente astur.
Todo ello implica, además, que la población existente en la franja reproductiva (hombres adultos y mujeres de entre 20 y 50 años) es cada vez más exigua y desequilibrada a favor del hombre, lo que limita sensiblemente la tasa de natalidad.
José Valledor es el alcalde del concejo estadísticamente más envejecido, Pesoz. De sus 147 habitantes, solo seis tienen menos de quince años, mientras que 57 superan los 65. Eso supone que hay 9,5 mayores por cada niño. Además, solo 19 mujeres de entre 20 y 50 años viven en Pesoz, lo que no augura una alta tasa de natalidad. Valledor hace un relato que puede ser común a muchos pequeños municipios: «Hay muy pocos niños y en el concejo, más allá del ganado, hay pocas iniciativas para crear empleo».
En Caso, el alcalde es Miguel Ángel Fernández. A sus 68 años, es uno de los que aumentan la tasa de envejecimiento. Pero tiene las cosas claras: «La ganadería está excesivamente regulada, eso es un corsé que nos impide movernos. No se ha acertado con las medidas legales para el campo. Por ejemplo, el urbanismo se ha diseñado de forma que favorece que la gente se vaya al centro de la región».
Caso acaba de celebrar que la Junta General permita el uso deportivo del embalse de Tanes, algo que, según el alcalde, «no es la panacea. Algo de mejora va a suponer, pero no todos pueden vivir del turismo». Además, en su día, «la construcción del propio pantano, aunque se crearon puntualmente 70 puestos de trabajo, supuso el inicio del declive del concejo. El embalse se cargó las vegas de Coballes y Tanes, y además no se movieron recursos a favor de los habitantes. Nos quedamos sin servicios de cercanía. El instituto está en Laviana, hay pocos autobuses...»
Wenceslao González, desde Illano, es pesimista: «Algo tenemos que conseguir, o esto se acaba. Sin cobertura de móvil en algunas zonas, mal podemos tener internet. Y eso es fundamental para tener empresas. Estamos peleando por la AS-12, y el consejero Cofiño tiene que decirnos algo mejor que lo que nos ha dicho. Tiene que fijarnos fechas y actuaciones concretas, y no puede ser que esta carretera, que es una regional, la traten peor que a una municipal, como ha pasado hasta ahora. Hoy tenemos 346 habitantes, pero con los fallecimientos y la gente mayor que se marcha a vivir con sus hijos, a la vuelta de 20 años tendremos unos cien». Y no lo da por perdido: «Trabajo hay, lo que faltan son ganas. En la ganadería, en el turismo rural, en las plantaciones, en los cultivos forestales... pero tiene que haber iniciativa».
Desde Proaza, el también alcalde, Jesús María García, apunta que «tenemos la senda del oso, pero el turismo solo no da para mantener el concejo. Hay que afrontar una concentración parcelaria, mejorar los accesos a las fincas y pensar que cuando los niños tienen que irse al colegio o al instituto lejos, muchos padres deciden marcharse del concejo con ellos». Jesús María García se hace eco de una paradoja muy habitual en los concejos rurales cercanos: «En Proaza tenemos muy buenas comunicaciones por carretera, pero en parte están sirviendo para que gente que trabaja aquí viva en Oviedo, por los hijos o por otras razones. O para que los jóvenes se vayan a Oviedo sin más».
En Ponga, Marta Alonso acaba de sumar una niña, su hija Joana, a la escasa cuenta de menores (25 frente a 218 mayores de 65). La alcaldesa cree en el futuro de su concejo, pero recuerda que «tenemos servicios tercermundistas. Hay gente que podría trabajar con teletrabajo, pero no tenemos telecomunicaciones decentes, y eso afecta mucho al sector turístico. Los accesos a algunos pueblos son del siglo XVII. Y durante los ocho años del anterior mandato no hemos explotado lo que supone el Parque Natural y la Reserva de la Biosfera».
La alcaldesa, madrileña que hace trece años apostó por el pueblo de sus ancestros, también reclama que los proyectos de emprendimiento rural no se frenen por «la burocracia ciega, sin mirar si una idea destruye patrimonio o por el contrario, devuelve la vida a un pueblo».
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