'El Eucaliptón' de Cudillero cambia de dueño, tras 200 años en la misma familia
El corverano Pablo José García adquiere la finca de nueve hectáreas en la que está emplazado para la explotación maderera, aunque se compromete a preserva este ejemplar
El anfiteatro formado por las casas enclavadas en la roca sobre el puerto es la estampa por excelencia de Cudillero, pero si se amplía el ... ángulo de visión al resto del concejo 'El Eucaliptón' fácilmente se situaría en los primeros puestos del ranking. Es tan popular que incluso la ruta de senderismo de La Peñona que pasa junto a él ha adoptado su nombre. Sus cerca de 60 metros de altura y su perímetro de nueve metros lo sitúan entre los cinco más grandes de España, destaca orgulloso su nuevo propietario, el corverano Pablo José García, propietario y representante forestal que aunque quiere la finca de nueve hectáreas en la que se emplaza para explotar la madera, tranquiliza sobre el futuro del conocido árbol. «No se va a tocar para que todos podamos seguir disfrutando de él», asegura.
La finca y el ejemplar pertenecían a Javier de la Concha, que lo había heredado de sus antecesores. Fue su bisabuela Onesta Menéndez Conde la que plantó una semillas de eucalipto que la familia Selgas había traído de Australia. Esa referencia ayuda a situar la edad del eucalipto entorno a los doscientos años.
El resto son especulaciones. «No se sabe por qué este ejemplar creció más que el resto. Quizás porque al lado pasa el regato que marca la división entre Cudillero y Pravia o por cualquier otro motivo», explica. El caso es que creció como ningún otro de los plantados hasta alcanzar la altura y el diámetro actual, que ya debía tener en los años cuarenta del siglo pasado. Según narra De la Concha, a su abuela Honestina (esta con 'h') le ofrecieron al terminar la Guerra Civil española (1936-1939) cinco mil pesetas por talarlo porque su tamaño permitía sacar piezas enteras para fabricar quillas de barcos.
La solvencia de la familia permitió preservarlo, pero Javier no tiene descendencia y prefiere sacar partido a la finca y «vivir la vida». Además sabe que el nuevo propietario está comprometido con un ejemplar que «siempre me llamó la atención, tal vez porque desde pequeño había oído hablar de él», asegura Pablo José García que, a su vez lamenta el «mayor inconveniente» que sufre el árbol: las parejas de enamorados que graban sus nombres en su tallo.
Esta conjunción de intereses facilitó un rápido entendimiento entre los dos y ahora en el corverano se ha despertado el interés por otros eucaliptos de gran tamaño, como el de Viveiro, el más cercano de los grandes ejemplares que hay en la península.
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