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En torno a ocho mil personas acudieron a Colombres para acompañar a las familias en el funeral de seis de los siete jóvenes fallecidos en el accidente. Citoula
«Tuvimos que aprender a vivir de nuevo»

«Tuvimos que aprender a vivir de nuevo»

Veinte años después del accidente de autobús en Buelna, Colombres no olvida a sus víctimas | Un camión invadió el carril contrario en la N-634, chocando contra el vehículo escolar y dejando ocho muertos y treinta y cinco heridos

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Sábado, 17 de noviembre 2018, 13:08

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Las escaleras de Correos no volvieron a ser las mismas. El punto habitual de encuentro de los chavales de aquella generación de los ochenta cambió las risas y las bromas por un silencio pesado. Sus ocupantes, adolescentes conocidos y queridos por todo el concejo, tuvieron que aprender demasiado pronto a lidiar con el luto tras perder, de un plumazo, a siete de los suyos. Hoy, veinte años después, Ribadedeva ha aprendido a convivir con ese dolor sordo que supone para un concejo pequeño la muerte de siete jóvenes de entre catorce y diecisiete años.

Como cada martes, aquel 17 de noviembre de 1998 el autobús que llevaba a los chavales de Ribadedeva hasta el instituto Alfonso IX de Llanes inició su ruta a las siete y media de la mañana en Bustio para ir parando por diferentes localidades y recogiendo estudiantes. Un cuarto de hora después, tras atravesar Buelna por la carretera N-634 repleto de jóvenes que charlaban despreocupados, sobrevino la tragedia. Un camión de reparto que circulaba en sentido Santander invadió el carril del bus, cuyo conductor trató de esquivar el golpe, sin conseguirlo. El vehículo volcó sobre un prao, quedando con las ruedas hacia arriba. El impacto fue tan brutal que los vecinos de la localidad llanisca salieron de sus casas, sobrecogidos, para encontrarse con el infierno en la tierra. El autobús quedó reducido a un amasijo de hierros entre los que se quedaron para siempre Fernando Nosti Ojeda (14 años), Valentín Llano Collera (16), Sofía Fernández Álvarez (16), Diego Montes González (14), Adela Hevia Álvarez (17), Verónica González García (17) y María Álvarez Peñil (16). También falleció en el acto el conductor del camión, Vicente Clemente Holgado (50), y hubo 35 heridos, cinco de ellos muy graves.

Restos de los vehículos siniestrados sobre el asfalto de la carretera N-634.
Restos de los vehículos siniestrados sobre el asfalto de la carretera N-634. E. C.

La brutal tragedia conmocionó a todo un país y cambió para siempre la historia de Ribadedeva y, sobre todo, de su capital, Colombres, donde residían los jóvenes fallecidos. La capilla ardiente de seis de los chavales –Sofía era gijonesa– quedó instalada en las escuelas de la villa y al funeral oficiado en la iglesia parroquial acudieron cerca de ocho mil personas, según las crónicas de la época.

Fueron días de locura, pero lo peor llegó después. «La gente se portó muy bien con nosotros, la sociedad se volcó y es cierto que nos ayudó mucho, pero cuando vuelves al día a día, tu dolor es solo tuyo y tienes que ser mentalmente fuerte para soportarlo», explica el padre de Verónica, Manolo. Su hija, recuerda, era muy buena estudiante y responsable. «Quería ser médica», apunta, y reconoce que, pese al tiempo, la herida no se cierra nunca. «Éstas son fechas malas, como también lo es la Navidad. Todo es muy complicado», lamenta.

También sumamente aplicado era Valentín. De hecho, aquel martes maldito se empeñó el ir a clase pese a estar enfermo. «Le dije que se quedara, pero insistió en ir, pues tenía un examen de matemáticas», recuerda su madre, Mari Luz. A sus dieciséis años, agrega, tenía claro que quería ser periodista. «Cuando iba a algún evento o excursión siempre le gustaba hacer luego una pequeña crónica. Lo último que hizo fue una boda en Madrid», relata. En el mismo autobús viajaba otro de sus hijos, Gerardo, que entonces tenía catorce años. «Como toda su generación, el accidente le marcó de por vida», indica Mari Luz. «Algo así te cambia todo, hasta la forma de comer. Tuvimos que aprender a vivir de nuevo», sostiene.

Supervivientes y amigos de los fallecidos, en las escaleras de Correos.
Supervivientes y amigos de los fallecidos, en las escaleras de Correos. Rubén Misioner

«Parece que fue ayer», señala, pensativa, Mari Carmen, la madre de María. Su hija, asevera, «era la alegría de la casa». Portera en el Ribadedeva, era además muy conocida en la comarca. Enamorada de los niños y los animales, soñaba con ser veterinaria o profesora, pero la fatalidad se cruzó en su camino. No obstante, María, como sus compañeros, sigue presente en la memoria del concejo. «El cariño de la gente desde el primer momento fue enorme. Sentimos que fue una pérdida de todos y aún hoy se acuerdan de ellos y les siguen haciendo homenajes», explica su madre.

Uno de los más pequeños era Fernando. Amante del fútbol y de la caza, solía acompañar a su padre, José Luis, en las monterías. «El dolor es un recordatorio constante, pero sí es cierto que en fechas como estas vuelves a revivir todo otra vez», señala. Y coincide con el resto de padres en destacar cómo el calor humano fue, es y será un acicate para seguir en una vida que, para ellos, ha perdido parte de su color.

1. Labores de retirada de restos en el lugar del accidente, en la localidad llanisca de Buelna | 2. Un agente de la Guardia Civil recoge material escolar desperdigado por el prao | 3. Decenas de coronas y ramos de flores inundaron el cementerio de Colombres.
Imagen principal - 1. Labores de retirada de restos en el lugar del accidente, en la localidad llanisca de Buelna | 2. Un agente de la Guardia Civil recoge material escolar desperdigado por el prao | 3. Decenas de coronas y ramos de flores inundaron el cementerio de Colombres.
Imagen secundaria 1 - 1. Labores de retirada de restos en el lugar del accidente, en la localidad llanisca de Buelna | 2. Un agente de la Guardia Civil recoge material escolar desperdigado por el prao | 3. Decenas de coronas y ramos de flores inundaron el cementerio de Colombres.
Imagen secundaria 2 - 1. Labores de retirada de restos en el lugar del accidente, en la localidad llanisca de Buelna | 2. Un agente de la Guardia Civil recoge material escolar desperdigado por el prao | 3. Decenas de coronas y ramos de flores inundaron el cementerio de Colombres.

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