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Agente del Greim durante el rescate de Soba, en Cantabria. GUARDIA CIVIL
«En una cavidad no trabajamos en ensayo error, no nos podemos permitir ese lujo»

«En una cavidad no trabajamos en ensayo error, no nos podemos permitir ese lujo»

Especialistas en microvoladuras de la Guardia Civil de Montaña de Cangas participan en los rescates de este verano de espeleólogos

Gloria Pomarada

Cangas de Onís

Sábado, 12 de agosto 2023, 12:46

Tras dos rescates tan sonados como los de este verano en cuevas de Cantabria y Huesca, el papel de los expertos en microvoladuras de la Guardia Civil toma relieve. Lo cierto es sin embargo que la suya una especialidad cuyos orígenes se remontan 18 años atrás y que en este tiempo han demostrado cómo la continua formación de los agentes y la incorporación de nuevos conocimientos al instituto armado resultan fundamentales para adaptarse a los cambiantes escenarios de la montaña.

Fue en el verano de 2005 cuando se puso de manifiesto la necesidad de contar en la Guardia Civil con especialistas en montaña formados en voladuras controladas. El caso que detonó el cambio fue el de un espeleólogo húngaro que se precipitó 400 metros por la Torca del Cerro, una sima kárstica en pleno macizo central de los Picos de Europa, de 1.589 metros de profundidad. La Guardia Civil de Montaña debía acceder al hombre y extraer su cadáver, una operación compleja por tratarse de un espacio tan reducido. «Se vio la necesidad de formar a la gente en desobstrucción», explica el agente del Greim de Cangas de Onís Jesús Olivera, quien rememora cómo entonces contaron con el asesoramiento de un militar.

Dos años después, el propio Olivera, agente desde 1994 y en el Greim de Cangas de Onís desde 2007, participaba en el primer curso de microvoladuras del instituto armado, al que siguieron sucesivas formaciones que sitúan en la treintena los especialistas actuales. En el Greim cangués son cuatro los guardias que cuentan con esa titulación: el teniente Pablo Villabrille, Jefe del Área de Montaña de Cangas de Onís; Eduardo Garrido, Jesús Olivera, Alberto Sánchez.

Fue en el verano de 2005, tras un caso en los Picos, cuando se puso de manifiesto la necesidad de contar con expertos

Tanto Olivera como Sánchez, quien lleva trece años en el cuerpo y uno en Cangas, acaban de regresar de Ansó (Huesca), donde un despliegue de medio centenar de agentes permitió rescatar a un espeleólogo madrileño que permanecía atrapado en una sima desde el martes, cuando se precipitó por una cavidad de unos 400 metros. Los dos 'greiman' de Cangas de Onís, junto a dos especialistas de Potes -Jorge López y Francisco Caso- llegaron al lugar de los hechos el miércoles, para prestar «apoyo y dar descanso» a otros dos expertos en microvoladuras que ya se encontraban en la cueva. En Ansó se toparon con un escenario «especial», una cavidad «estrecha e inestable en la primera parte», con «bloques que eran como frigoríficos». Además de las microvoladuras realizadas por los primeros agentes desplegados, fue necesario trabajar «manualmente a martillo, cincel y taladro percutor» para acceder al espeleólogo. «Perdonad que os haya hecho venir a todos para conocerme», fue la ya célebre frase que el madrileño dijo a sus rescatadores.

Trabajo de precisión

Pese al final feliz de esta semana, la realidad se impone. Los rescates en cuevas, mayoritariamente de espeleólogos que exploran las profundidades, son complejos y requieren de una precisión milimétrica. A finales de julio, los agentes cangueses formaron parte del operativo desplegado para extraer de una cueva de Soba (Cantabria) el cadáver de un espeleólogo francés, fallecido tras un derrumbe. «Hicimos doce microvoladuras, taladro, martillo y cincel», explican.

Su trabajo, continúan, no consiste en «hacer una voladura gigante», sino en realizar una desobstrucción precisa, con apenas gramos de explosivo, para que «pase una camilla». «Los explosivos es seguir el protocolo, lo complicado está en cómo colocarte. En una cavidad no trabajamos en ensayo error, no nos podemos permitir ese lujo», relatan.

Clave en el éxito de los rescates es también la «coordinación» con el resto de unidades de la Guardia Civil, especialmente con el Grupo Especial de Desactivación de Explosivos (Gedex), con el que trabajan mano a mano. Los 'greiman' tienen además la ventaja de su doble faceta como expertos en microvoladuras y en espeleosocorro, una formación de élite que no dejan de incrementar. «Somos muy críticos con nosotros mismos, siempre se puede mejorar y no te puedes dormir en los laureles», cuentan.

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