Los terneros casinos se preparan en Piloña para ser 'súper toros'

El camino para convertirse en la élite de la raza asturiana de la montaña es tan largo como escrupuloso. Los terneros llamados a convertirse en 'súper toros' deben demostrar a lo largo de un año que son portadores de la mejor genética para perpetuar como sementales un raza autóctona en peligro de extinción. Una treintena de elegidos se encuentran ya en ese proceso en la finca piloñesa de Viyao de la Asociación de Criadores de Raza Asturiana de la Montaña (Aseamo), adonde llegaron la pasada semana procedentes de las instalaciones de El Remedio, en Nava. «Estarán hasta finales de septiembre con las pruebas de testaje en pastoreo, solo a hierba», explica Ángel Rodríguez, secretario ejecutivo de Aseamo. Antes de ser liberados en la finca, de 15 hectáreas y con condiciones similares a las de puerto de montaña, se les sometió a un pesaje que se volverá a repetir al final del verano. «Lo que ganan de peso es un criterio de elección, esta es una raza rústica y extensiva, tienen que ser animales que se desenvuelvan bien en puerto. Además, sabemos que es un caracter que se hereda, si el padre creció mucho en pastoreo, el hijo también. Es genético», explica.

Una vez finalizada la fase de pastoreo, llegará el momento de regresar a las nuevas instalaciones de El Remedio, donde el examen se completará con «cuestiones morfológicas, análisis de semen y de parentesco, porque se busca que haya poca endogamia», precisa Rodríguez. En base al conjunto de los cuatro criterios, se realiza la selección del toro destinado al Centro de Inseminación Artificial de Gijón y de aquellos que se subastarán entre los ganaderos para monta natural. Salvo imprevisto por el coronavirus, la puja será en noviembre en Cangas de Onís.

El proceso para garantizar la conservación de la raza corre a cargo de Aseamo desde hace más de tres décadas y su trabajo ha permitido que la casina mantenga unos censos estables, de «6.500 vacas que paren en pureza». El 80% de los ejemplares de asturiana de la montaña se concentran en el Oriente, «en torno a tres macizos: el Sueve, el Cuera y Picos de Europa», señala el secretario ejecutivo. No obstante, Aseamo cuenta con socios de todas Asturias e incluso de siete comunidades autónomas españolas, al ser la raza «muy valorada fuera».

El ejemplo está en las ventas que cada año cierran con cebaderos de Toledo, que a su vez colocan reses en mercados árabes. La temporada de transacciones comenzará en junio, por lo que hasta la fecha el coronavirus no ha generado especial impacto en la actividad. «Si no se abren restaurantes sí va a estar complicado, porque nos resentimos todos, desde la hostelería al cebadero, el matadero y el ganadero», evidencia Rodríguez. La crisis por la pandemia no es la única que acecha a la raza, marcada como el conjunto de la ganadería por la falta de relevo generacional. «El problema es el envejecimiento, la gente se jubila y deja la ganadería», lamenta.