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La osa que los vecinos de Somiedo denominan 'Clarita', buscando sustento en la Peñavera. LUZ CANO

Los osos vuelven a la actividad en los montes

Los plantígrados salen de su hibernación estas semanas y buscan alimento en plantas, miel y carroña para recuperarse del invierno

R. MUÑIZ

GIJÓN.

Miércoles, 31 de marzo 2021, 02:57

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Ya están aquí. En las últimas semanas los osos pardos cantábricos se desperezan de su hibernación y vuelven a mostrarse. Caminan lento, tratan de reactivar su organismo comiendo hierbas y pastando, o nutriéndose de alguna carroña. O miel, si encuentran alguna colmena salvaje o desprotegida. Son sus primeras semanas tras un sueño que iniciaron alrededor de diciembre.

En Somiedo los vecinos han avistado al ejemplar conocido como 'Clarita' cerca de la Pola, deambulando por la Peñavera. Esta hembra fue abandonada por su madre cuando era un esbardu y desde entonces luchó por su supervivencia, una pelea que está ganando según pueden observar los lugareños, que la reconocen por su particular pelaje claro.

En Santo Adriano también se dejan ver 'Molina' y 'Paca', los animales al cargo de la Fundación Oso de Asturias. La primera, en el cercado del Monte Fernanchín, camina cerca de la valla y observa curiosa a los paseantes mientras roe alguna hierba. 'Paca', en cambio, tiene hábitos más propios de su venerable edad. Ha cumplido los 32 años y se ha hecho a la soledad en la que lleva desde que en enero de 2018 falleciera 'Tola', su hermana y compañera. Sale por las mañanas del cercano de Santo Adriano, pocos ratos, y por la tarde prefiere guardarse bajo techo. Ahorrando esfuerzos.

La hibernación es una de las fases más particulares de la especie. Un dato sobre su variabilidad: «El oso 'Salsero', radiomarcado en Riaño en los años 80, hibernó en tres años sucesivos 40, 57 y 68 días», recuerda Carlos Nores, doctor en Biología.

El proceso se inicia alrededor de diciembre y termina en marzo, con esas diferencias amplias que se han asociado al lugar, sexo y tamaño del ejemplar. En esos meses el animal «no solo duerme, es que cambia el metabolismo. Su temperatura corporal desciende entre 4 y 5 grados», anota Nores. «Los lirones hacen una hibernación más estricta, reducen 25 grados, pero son más pequeños y pueden recuperarlo en poco tiempo. El oso, en cambio, con lo grande que es, tiene una inercia térmica que le llevaría varios meses recuperar su temperatura», indica. Por eso ahora, en estas primeras semanas, su vida es un lento recuperar la actividad. «Son más fáciles de ver porque pastan, y como la hierba es poco nutritiva se pasan así horas», ilustra el vicepresidente de la Fundación Oso Pardo.

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