La pandemia dispara las consultas de Salud Mental en Asturias: 10.581 más en el último año
Los especialistas precisan que los problemas generados por la covid tienen que ver «más con lo emocional» que con dolencias psiquiátricas
MIRIAM SUÁREZ
GIJÓN.
Domingo, 13 de febrero 2022, 01:04
Los centros de Salud Mental del Principado atendieron durante 2021 un total de 264.100 consultas, 10.581 más que el año anterior. De los datos oficiales se desprende un incremento del 4%, pero psiquiatras y psicólogos señalan que, durante la pandemia, lo que realmente ha experimentado un incremento son los problemas «de salud emocional más que los de salud mental». En torno a un 20%, calculan.
«Pero eso no significa que haya más enfermos mentales ni que esos problemas generen per sé un trastorno mental», precisa Julio Bobes, jefe de Psiquiatría del área sanitaria IV, que tiene como hospital de referencia el HUCA y abarca 22 concejos en torno a Oviedo. Sí implica que, tras estos casi dos años de pandemia, «hay más personas con sensación de ansiedad» que acuden a los especialistas en busca de ayuda profesional «para dar respuesta al miedo e incertidumbre que se ha generado» con la covid.
La crisis sanitaria, en definitiva, «desesperó a mucha gente», por lo excepcional de las circunstancias sobrevenidas, que todavía hoy nos obligan a limitar las interacciones sociales. Y, como incide Bobes, catedrático en Psiquiatría y presidente de la Real Academia de Medicina de Asturias, «no todos tenemos la misma fortaleza emocional para gestionar la preocupación, la incertidumbre de perder el trabajo, el miedo a contagiarse o la muerte de un familiar. Pero no por ello hay más casos de trastorno mental».
Las estadísticas apuntan a que un 9% de la población asturiana padece algún problema de salud mental y, según el Consejo General de Colegios de Psicólogos, un 18,7% dice sentir procesos de ansiedad, es decir, unas 180.000 personas. Estudios recientes revelan, además, que 1 de cada 5 enfermos de covid se enfrentan, por primera vez, a un diagnóstico de depresión; y que un 27% de la población percibe que su salud mental o emocional ha empeorado considerablemente con la pandemia.
Pero el coronavirus no solo ha puesto de relieve las fragilidades de la población; también las del propio sistema de Salud Mental, con carencias «que claman el cielo». Julio Bobes considera «de primera necesidad», por ejemplo, «que se desarrolle la atención a niños y adolescentes con profesionales específicos». En su opinión, «no se puede retrasar más». El tratamiento de las adicciones y los trastornos graves o la promoción de la salud mental en grupos vulnerables «también necesitan recursos».
Esos grupos vulnerables son los que más han sufrido los rigores de la crisis sanitaria: «Los niños y adolescentes, las personas con discapacidad, las mujeres víctimas de violencia de género, las personas mayores...», enumera Susana Al-Halabí, miembro de la junta de gobierno del Colegio Oficial de Psicólogos de Asturias. Esta profesora de la Universidad de Oviedo explica que «las condiciones objetivas de cada uno son fundamentales para una buena salud mental en circunstancias de dificultad» como la pandemia.
«Los niños y adolescentes, por ejemplo, no tienen tantas competencias o herramientas como los adultos para gestionar la incertidumbre. Por eso el parón que el coronavirus supuso en sus vidas les afectó tanto», señala. De ahí que, defiende Susana Al-Halabí, «sea tan necesaria la educación emocional», precisamente para «aprender a manejar las frustraciones y que no se acaben convirtiendo en un problema clínico».
Tristeza, ansiedad e insomnio
Los psicólogos, al igual que los psiquiatras, constantan una mayor prevalencia de la tristeza, la ansiedad, el insominio y «también de la irritabilidad». Pero no solo en los grupos más vulnerables a nivel socioeconómico, sino también en colectivos como el de los sanitarios o los profesores, que «han soportado muchísima presión» en el transcurso de una pandemia que parece no acabar nunca. «El sufrimiento es consustancial a vivir dificultades. Lo que hay que procurar es que ese sufrimiento no se convierta en un problema de categoría clínica», incide Al-Halabí.
En estos dos años, se ha hablado mucho del aumento de jóvenes en las consultas de psicólogos y psiquiatras. En el caso de Asturias, sin embargo, «el grupo más numeroso es de 45 años en adelante», asegura Julio Bobes. «Las personas en esas edades empiezan a ser cada vez más frágiles, porque también tienen más preocupaciones», apostilla. En cualquier caso, «lo que estamos viendo son reacciones lógicas al contexto» excepcional que genera una pandemia como la del coronavirus.