Borrar
Soraya Calvo, maestra, pedagoga, sexóloga y doctora en Equidad e Innovación Educativa de la Universidad de Oviedo
«Sea una broma o conducta con intención, tiene repercusiones graves y debe controlarse»
Pinchazos a mujeres

«Sea una broma o conducta con intención, tiene repercusiones graves y debe controlarse»

Médicos, educadores sociales y pedagogos dicen que «la práctica del pinchazo no es banal» por el miedo psicológico y la transmisión de infecciones

ELENA RODRÍGUEZ

GIJÓN.

Jueves, 4 de agosto 2022

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

La práctica no es nueva. Se comenzó a detectar en Francia hace año y medio y se ha ido extendiendo por Bélgica, Holanda, Reino Unido... Hasta llegar a España en pleno verano. Son jóvenes que aseguran sentir un pinchazo mientras están en un bar de copas, una discoteca o en una fiesta y que dicen sentir vértigo, dolores de cabeza y náuseas ante sustancias que les pueden ser inyectadas. Crecen las denuncias, con un único caso confirmado en Gijón en el que, tras alertar del pinchazo en las fiestas de Montevil, una menor de trece años dio positivo en una sustancia estupefaciente. Desde el primer momento se apuntó a éxtasis líquido. Sin embargo, tras todos esos casos no constan pruebas de abuso sexual posterior o robo.

Autoridades, cuerpos de seguridad, médicos, educadores sociales, pedagogos consideran que, pese a haberse hecho viral, no es una práctica mayoritaria, ni generalizada. «Me cuesta creer que haya un grupo de personas que, organizadamente, tengan una sustancia potencialmente depresora para someter a sus víctimas a abusos sexuales o para robarles», apunta Eduardo Carreño, especialista en conductas adictivas y director médico de la Clínica Médico Psicológica Asturias, quien añade que «es difícil que con un pinchazo se pueda inyectar tal capacidad de sustancia que produzca el efecto de perder el control. Se necesita tiempo. Uno lo notaría y quienes tienen la intención de someter químicamente a alguien lo que procuran es que no se dé cuenta».

Eduardo Carreño, especialista en conductas adictivas y director médico de la Clínica Médico Psicológica Asturias
Imagen - Eduardo Carreño, especialista en conductas adictivas y director médico de la Clínica Médico Psicológica Asturias

Ahora bien, «la conducta existe» y hay coincidencia entre los expertos en que «no es banal». «Sea una broma, una moda, reto viral o una conducta con intento, tiene repercusiones graves y, por tanto, debe controlarse», subraya Carreño. «Que te pinchen, que te traspasen la piel tiene riesgo de transmisión de infecciones. Si alguien, bien por someter a una chica o por hacer la broma, se dedica a pinchar a cuatro o cinco, basta que una esté infectada o la jeringuilla en mal estado, que ya tenemos un problema posterior. Es una conducta potencialmente peligrosa y una vez que pase es justificación para que se tenga control sobre ella».

A los problemas de salud -de transmisión de enfermedades o de ansiedad y depresión, que puede llegar a ser severa- se une el gasto sanitario que supone su tratamiento no sin antes contar las analíticas (si cabe, de VIH y hepatitis, que habría que repetir porque el periodo de incubación es de tres meses). Y la movilización de los cuerpos de seguridad.

La presidenta del Colegio Profesional de de Educación Social de Asturias, Flor González
Imagen - La presidenta del Colegio Profesional de de Educación Social de Asturias, Flor González

Ante un fin de semana de grandes eventos, Carreño también lanza un mensaje: «Hay una sustancia química que es legal que produce más problemas de sumisión química: es el alcohol». En este punto también hace hincapié la presidenta del Colegio Profesional de de Educación Social de Asturias, Flor González, quien lamenta que «las prácticas de socialización de los jóvenes no haya mejorado. Salen mucho tiempo a beber mucho alcohol. El alcohol no es un aliciente dentro de una experiencia de ocio, sino que constituye una experiencia en sí, junto con otro tipo de drogas». Sobre los pinchazos de sustancias, insiste en que «no son situaciones que se lleven a cabo de manera frecuente».

Eso sí, «no son banales y no podemos dejar que nos impidan ver otras cuestiones vinculadas, como que en muchos casos los jóvenes siguen entendiendo que su relación con las chicas es de poder, de control. Y esta nueva forma de sumisión, actualizada, es otra forma de ejercer su superioridad».

También a gais

¿Qué hacer? Los expertos subrayan la importancia de tener «un entorno adecuado, de acudir a él si notan algo raro y comunicarlo», que «haya un clima de confianza para que los hijos puedan hablarlo y trasladarlo a sus padres», «responsabilidad sobre el propio cuidado» y «educación en valores y en convivencia».

Soraya Calvo, maestra, pedagoga, sexóloga y doctora en Equidad e Innovación Educativa de la Universidad de Oviedo, hace un apunte importante: «Las víctimas son adolescentes y jóvenes de hasta 25 años, pero quienes pinchan son adultos mayores de 35 o 40 años». Recalca que «es una nueva dinámica de agresión sexual» -no generalizada «porque el acceso a las sustancias que se inyectan no es fácil»- y añade que «también se producen pinchazos a gais como una forma de homofobia o transfobia». Como Flor González, cree que «la estrategia para acabar con ello es la educación sexual y ciudadana, muy relacionadas con las competencias en ESO» e indica que «hay que cambiar el discurso y no generar miedo en las mujeres, sino poner el foco entre quienes cometen un delito».

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios