Coronavirus en Asturias | Los 'ángeles' de los sin techo de la Pola
Los sacerdotes de la Pola, con ayuda de los vecinos, preparan a diario la comida a los transeúntes, les facilitan ropa y un lugar donde asearse
JUAN VEGA
POLA DE SIERO.
Viernes, 17 de abril 2020, 00:15
Completamente aseado y con un suculento menú en una bolsa. Así salía ayer un hombre, que carece de hogar, de la casa que Cáritas tiene en la Pola. Un día más, como el resto de personas sin techo, recibió la ayuda y la solidaridad de los sacerdotes y vecinos del concejo. No les faltó ropa, ni comida, ni un baño donde asearse.
La pandemia global ocasionada por el COVID-19 ha puesto en jaque a toda la sociedad y ha confinado a los ciudadanos, dejando a Cáritas prácticamente sin voluntarios para atender a las personas sin hogar del concejo.
Para no abandonarles a su suerte, varios sacerdotes de la capital sierense se han organizado para que no les falte, al menos, lo básico. «Tenemos que ayudarles como buenamente podamos, no puede ser que haya personas en estas circunstancias», explicó ayer Juan Hevia, párroco de la Pola.
A media mañana, Hevia junto a los sacerdotes Sergio Santa y Andrés Fernández se afanaban en emplatar la comida que, después, repartieron en la Pola. No están solos. La colaboración vecinal es fundamental, como demostró la llegada a la casa de Cáritas de Gregorio Colao, un joven de 20 años, que traía una pota con patatas guisadas con carne y una bandeja de frisuelos, elaborados «con mucho cariño» por su madre.
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«Siempre colaboramos y aunque la situación esté complicada no vamos a dejar de hacerlo», aseguró. Al igual que Ángela Pandiella que dedica sus horas a los fogones para que no les falte de nada a los más necesitados: «La solidaridad es ahora más importante que nunca».
Los religiosos no son menos. El vicario parroquial de la Pola, Sergio Santa, ya ha elaborado más de una fabada y muchas albóndigas. «La verdad que tiene mano para la cocina, los beneficiarios nos dijeron que les gustó mucho, yo no me atrevería a hacer un potaje para dárselo a nadie», bromeó Hevia.
Aunque con fuerza y alegría, cada mañana acuden a Cáritas a ayudar a los demás, advierten que vienen tiempos difíciles. Ya perciben que el número de llamadas de personas que solicitan ayuda aumenta de forma exponencial: «En estos momentos solo podemos ver la punta del iceberg, pero las consecuencias van a ser demoledoras para muchas familias».