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El párroco de La Magdalena, David Cuenca, bendice a un perro tras la misa de ayer.

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El párroco de La Magdalena, David Cuenca, bendice a un perro tras la misa de ayer. MARIETA

Benditas mascotas en Avilés

La parroquia de San Agustín celebra la tradicional ceremonia de San Antón que se había cancelado el pasado fin de semana

EVA HERNÁNDEZ

AVILÉS

Domingo, 23 de enero 2022, 19:21

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Para la iglesia de San Agustín, en el barrio avilesino del polígono de la Magdalena, la misa del mediodía dominical fue un tanto inusual. La 'casa del Señor' se llenó de feligreses que acudieron como todos los domingos, pero un solo vistazo bastaba para saber que muchos acudían acompañados de sus fieles amigos de cuatro patas. El motivo de que el mejor amigo del hombre también acudiera a la celebración no era otro que la ya famosa bendición de mascotas con motivo de San Antón.

A pesar de que, como dicta la tradición cristiana, la onomástica de San Antón de Abad es cada 17 de enero, la iglesia celebró este domingo el evento, previo a tener que cancelarlo el pasado por la covid-19. Aún con todo, no fueron pocos los que acudieron y, si bien es cierto, que muchos de los dueños fueron llegando mientras la misa transcurría, no faltó ni un perro por bendecir tras la eucaristía dada por el párroco David Cuenca. En algunos casos, las mascotas de algunos de los adeptos no pudieron asistir, pero eso no hizo que algún que otro asistente mostrara una foto para que Cuenca la bendijera.

Los animales participantes fueron en su totalidad perros de todas las razas posibles a los que sus dueños no quisieron dejar sin la celebración, «son uno más de la familia, ya lo eran antes y ahora cada vez está más reconocido, los queremos mucho», decían José Manuel Pérez e Isabel Sánchez, que traían a 'Leo', un Westy de 11 años y su Beagle, 'Carburo', de tan solo 14 meses para el que era su primera vez. Para 'Lis', un Chihuahua de apenas meses esta también era su primera bendición. Su dueña, Lorena Fernández, indicaba que «he venido porque normalmente acudo con mis caballos a Taborneda, pero al no celebrarse he traído aquí a la pequeña». Tras la misa y recibir el agua bendita, el párroco recordaba la necesidad de «respetar y cuidar a los animales».

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