El cáliz tiroteado por el Daesh que llegó desde Irak hasta Avilés
La iglesia de San Antonio de Padua acoge estos días un vaso procedente de la iglesia de Qaraqosh que fue profanado por el Estado Islámico
R. ARIAS
Martes, 27 de agosto 2024, 13:00
La iglesia de SanAntonio de Padua acoge estos días un vaso procedente de la iglesia de Qaraqosh que fue profanado por el Estado Islámico
r. arias
avilés. Una bala le dejó un pequeño orificio de entrada y el lado contrario, el de salida, completamente destrozado. El cáliz de la iglesia de la Inmaculada de Qaraqosh, una ciudad cristiana al norte de Irak fue víctima del Daesh, que no solo destruyó la iglesia, sino que incluso le pegó un tiro al cáliz. «Pretendían que no se volviera a utilizar», cuenta Luis López, rector de San Antonio de Padua que ayer, sin embargo, se sirvió de él en la misa de doce. «Hay que tener cuidado, pero se puede usar», afirma. Y así lo hizo.
El cáliz de Qaraqosh presidió ayer la misa de doce en San Antonio, en un viaje que le está llevando por diferentes enclaves cristianos para conciencias de los horrores de la guerra y del extremismo. «Nos sirve para imaginarnos cómo puede ser que te echen de tu ciudad, de tu casa, y que lo destrocen todo solo por tu fe», relata el párroco».
Ayer en San Antonio hubo un recuerdo muy especial para Irak, donde las comunidades cristianas sufrieron el asedio del Estado Islámico. Qaraqosh estuvo más de dos años bajo el poder del Daesh, aunque a finales de 2016 fue reconquistada por el ejército iraquí. La iglesia de la Inmaculada ha sido reconstruida, pero la devastación aún es evidente.
Ayer, los fieles que acudieron a la eucaristía pudieron emocionarse con el recuerdo de estas vivencias. «Qaraqosh y Avilés están muy lejos, y no sabemos nada los unos de los otros, pero hoy este cáliz nos ha servido para acercarnos un poco, y para pensar que la religión tiene que unir y sobrepasar fronteras», afirma Luis López.
El cáliz fue ayer protagonista de la jornada, y mañana volverá a ser utilizado para la misa de doce. El resto del tiempo, hasta que la comunidad avilesina lo despida, el miércoles a mediodía, permanece exhibido en la capilla de SanAntonio, donde los fieles no solo pueden verlo y comprobar cómo un objeto tan sagrado para un cristiano como un cáliz, puede ser profanado por odio, sino también tocarlo. «Hay gente que incluso lo besa, es muy bonito», cuenta López.
Es un vaso sencillo, de metal planteado y sin demasiado ornamento, salvo unos querubines en la base, «que son típicos de las comunidades cristianas orientales», pero ha sido capaz de sobrevivir a un atentado. Fue rescatado por un sacerdote de la zona y ahora se ha convertido en todo un símbolo.