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El cierre de Massimo Dutti, de Inditex, ha sido uno de los más llamativos. MARIETA
La crisis del coronavirus precipita el cierre de pequeños comercios y cadenas de moda

La crisis del coronavirus precipita el cierre de pequeños comercios y cadenas de moda

En estas últimas semanas ha habido un goteo de locales que no han podido afrontar sus gastos y han bajado la persiana

ALEJANDRO L. JAMBRINA

Avilés.

Domingo, 16 de agosto 2020, 00:45

La situación del pequeño comercio avilesino ya no era muy boyante antes de que irrumpiese el coronavirus y se decretase un confinamiento que mantuvo los negocios cerrados casi dos meses. Ese cierre obligado y la consiguiente falta de ingresos ha agravado la precariedad del sector y ha hecho que un buen número de comerciantes hayan optado por el cierre.

Los carteles de 'Se vende', 'Se alquila' o de 'Liquidación por cierre' han comenzado a verse especialmente en estas últimas semanas, y no solo en pequeños negocios regentados por autónomos, sino incluso en tiendas de cadenas de moda, caso de Massimo Dutti en la calle Fernández Balsera o del establecimiento de Cortefiel y Women Secret en ParqueAstur, que han desaparecido víctimas de las estrategias de redimensionamiento de sus centrales. La todopoderosa Inditex cierra así otra de sus cadenas en Avilés, donde ya desapareció hace algunos años la tienda de Pull & Bear, además de un segundo local de Massimo Dutti dedicado a la moda masculina.

Los nuevos cierres son un goteo por toda la ciudad. El coronavirus se ha llevado por delante algunos negocios casi históricos, como es el caso de la tienda de electrodomésticos Data 2000 de Fernández Balsera, una calle que a partir de su primer tercio comienza a ser casi un desierto cuando hace solo algunas décadas fue una de las principales zonas comerciales de la villa.

«Cuando nos obligaron a cerrar nos dimos cuenta de que había que hacer frente a muchos gastos y tomé la decisión de cerrar de manera definitiva con todo el pesar del mundo», explica el verano comerciante Enrique Fernández, que a sus 84 años y tras cuarenta al frente de Data 2000 no tenía en mente jubilarse, pero al final las circunstancias le han obligado a hacerlo.

La noticia pilló por sorpresa a todos sus clientes, fieles al negocio que, a pesar de las circunstancias, cada día le llaman por teléfono varias veces o acuden al local, ahora vacío y desangelado. «Lo que más pena me da es que mis dos empleados se han quedado en el paro y siempre han estado a mi lado tirando del negocio», lamenta. «Es lo que nos queda, el virus nos ha obligado a cerrar y doy por terminada mi vida laboral, en la que he sido muy feliz», asume Fernández, que deja semihuérfana una calle que en los últimos años ya venía experimentando un bajón en lo que actividad comercial se refiere. «Ahora me toca liquidar la mercancía que me ha sobrado», cuenta.

La misma sorpresa que los clientes de este comerciante se la han llevado también los que solían acudir al quiosco Lola Paneque, ubicado en los bajos de El Atrio, que tampoco ha podido sortear la crisis. «No me puedo creer que haya cerrado, si hace unos días todavía vine a comprar el periódico y no me había enterado de nada», comenta José Manuel Quintanal mientras mira a través del cristal de esta librería Lola Paneque que el pasado 31 de julio cerró sus puertas.

«Era una situación muy difícil de mantener y, con toda la tristeza del mundo, decidimos cerrar un negocio que ya habían llevado mis padres», explica con pesar Carmen Paneque, su última dueña. «Simplemente hubo muchas pérdidas los meses de confinamiento y, cuando volvimos, todo había cambiado. Las ventas bajaron y muchos de nuestros clientes dejaron de comprar porque también les iba mal la cosa», señala.

También supuso un duro golpe la cancelación de eventos como cumpleaños, bodas o comuniones, para los que vendían muchos regalos. «Iba a hacer un año que habíamos cambiado de local y nadie se esperaba esto. Los que más lo han sentido son los clientes y solo puedo decirles que nunca se sabe, si las cosas mejoran ojalá podamos abrir de nuevo», confía esta abogada, que ha compaginado su actividad jurídica con la librería de su familia durante los últimos años.

Como Enrique o Carmen, hay muchos otros empresarios que han tenido que cerrar sus locales en las últimas semanas. De la misma manzana de El Atrio han desaparecido otros tres negocios: una herboristería, una tienda de bolsos y un centro de uñas. A finales de mes se les sumará un cuarto, la boutique Ravena, que se encuentra de liquidación a la espera de un traslado a otro local de la calle La Muralla, un movimiento que su dueña no tenía planeado antes de la irrupción del COVID-19.

«Tengo un local de mi propiedad que es más pequeño y menos funcional que el de ahora, pero en el que me ahorraré muchos gastos a los que nos cuesta hacer frente tras el cierre de los últimos meses», explica María José Cuervo. «El problema es que solo nos perdonaron un mes de alquiler del local y pedimos una bajada de la renta que el propietario se negó a concedernos. Si no nos ayudamos en estos tiempos es muy difícil seguir adelante y veremos muchos otros cierres por toda la ciudad, me temo», vaticina Cuervo, que tiene previsto abrir su nueva tienda el 1 de septiembre.

A las tiendas de moda las rebajas les han dado un impulso este verano, pero nadie sabe lo que ocurrirá a partir del otoño, cuando la evolución de la pandemia y el elevado número de rebrotes hace presentir una temporada más que complicada. El coronavirus ha agravado una crisis en la que tienen un gran peso también la pérdida demográfica de la ciudad, el hecho de que la población esté cada vez más envejecida, ya que por lo general los mayores consumidores son personas algo más jóvenes, el desplazamiento a otras ciudades para las compras y, sobre todo, el auge del comercio electrónico, que ya iba al alza y se ha disparado durante el confinamiento.

A pesar de que la clientela parece estar apoyando al pequeño comercio en esta vuelta a la actividad, este apoyo no ha sido suficiente para todos y los cierres se van sucediendo en los negocios más variopintos, desde autoescuelas a tiendas de moda y complementos pasando por establecimientos de electricidad e iluminación como Tito, que este verano también ha cerrado las puertas de otra longeva tienda, la de la calle Palacio Valdés, para concentrar su negocio en el Parque Empresarial.

Nuevas aperturas

Parece claro que la pandemia va a dejar una ciudad bastante distinta a la que estábamos acostumbrados a ver, no solo por las peatonalizaciones que se han puesto en marcha y por la presencia de mascarillas, sino también por una nueva estructura con menos negocios en los bajos, aunque también es cierto que algunos valientes se han atrevido a abrir, como un nuevo quiosco en Doctor Graíño, el asador de los cines Marta o el local hostelero que se prepara para abrir en uno de los edificios recientemente rehabilitados en Rui Pérez. No todo es negro.

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