«Esto no es un diploma sino la demostración de que nunca es tarde para aprender»
El Centro de Educación de Personas Adultas (CEPA) de Avilés celebra la ceremonia de graduación de 36 estudiantes
Alegría, orgullo y esperanza. Estos han sido los principales ingredientes en la ceremonia de graduación de 36 estudiantes que ha tenido lugar en el Centro ... de Educación de Personas Adultas (CEPA) de Avilés. No era para menos: detrás de cada estudiante hay una historia de esfuerzo y superación que con el título de Educación Secundaria Obligatoria en la mano puede seguir avanzando hacia nuevos objetivos.
Es el propósito de Dolores Fernández, exalumna del centro que ha intervenido en el acto afirmando que «nunca pensé que con la edad que tengo pudiera alcanzar esta meta». Tras sacar el título, se formó como Técnica en Cuidados Auxiliares de Enfermería y ahora está preparando oposiciones para el Principado. «Todo es posible si se intenta (...). Os animo a ampliar vuestras vidas y conocimiento». Conchi García Álvarez, titulada en este curso, ha asegurado que «a mis años esto no es un diploma sino una demostración de que nunca es tarde para aprender». «Mi cerebro, con alguna arruga más, todavía funciona», ha afirmado con humor.
Se sucedieron los agradecimientos para el entregado profesorado ante el nuevo director general de Formación Profesional, Ángel Balea, que fue director el IES Isla de la Deva (Castrillón), y el concejal de Educación, Formación y Empleo, Juan Carlos Guerrero.
Todos los estudiantes titulados tienen pensado seguir formándose, la mayoría en FP
Entre los 36 titulados, muchas historias de inmigrantes como Raúl León, Berenice Malfavón oJennyfer Hernández. El primero, venezolano de 40 años, trabajaba como jardinero, pero ha querido formarse porque tiene pensado estudiar Mecatrónica. Jennyfer Hernández, colombiana de 36, cree que con estudios podrá abrirse camino en la vida, por eso quiere matricularse en un grado medio de formación profesional de la rama informática. El caso de la mexicana Berenice es ligeramente diferente porque está intentando homologar su título de Nutrición Clínica, pero mientras tanto se ha ganado la vida como camarera y ha estudiado ESO con vistas a estudiar un grado de Auxiliar de Enfermería.
Un perfil distinto es el de Domingo Mieres, que a sus 52 años, decidió matricularse tras ser despedido de una subcontrata de Saint-Gobain (Cimisa). En su día, tras aprobar la EGB, fue al servicio militar y encontró trabajo. Treinta años después conoció el paro y ahora, como estudiante, está encantado. «Estuvimos en Rumanía de Erasmus, fue una experiencia buenísima», comentaba. Andrei Berrocal quiere presentarse al Ejército y necesitaba estudios. «Hice el examen en marzo y me prepararon en dos meses, la verdad que me ayudaron mucho», ha reconocido.
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