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Laura María García, Celestino Varela y Susana de Dios, ayer, en el Aula de Cultura. PABLO LORENZANA

La Ópera de Oviedo pone en valor a su equipo de trabajo

«En la última producción de Lohengrin trabajamos 216 personas entre coro, músicos, artistas, técnicos, administración, hostelería y acomodación»

C. DEL RÍO

AVILÉS.

Jueves, 15 de febrero 2024, 00:43

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Previsión, anticipación e improvisación. Son tres de las características que definen el trabajo de la plantilla de la Ópera de Oviedo, que ayer quiso dar a conocer el trabajo que no se ve a través de su director general Celestino Varela, de la secretaria de dirección de la Fundación Ópera de Oviedo Laura María García y de la jefa de sastrería Susana de Dios.

El público que asistió a esta charla sobre 'Los imprescindibles no visibles en la ópera' en el Centro de Servicios Universitarios, bajo la organización del Aula de Cultura de LA VOZ DE AVILÉS, disfrutó con las anécdotas de un trabajo llevado a cabo por profesionales apasionados por su desempeño laboral. Fue evidente en cada explicación de uno de ellos, pero Varela le puso adjetivos: «Tenemos un grupo muy cohesionado. Una de nuestras virtudes que no se nos caen los anillos por hacer cualquier cosa. Nuestro secreto es ser honestos y humildes porque sabemos que todos podemos mejorar. Y respetarnos. Donde no llega uno, sabemos que llega otro compañero».

Esa colaboración se puso a prueba con éxito durante los años de restricciones por la pandemia de covid, pero es necesaria en el día a día porque el desafío de cada una de las temporadas es muy grande, empezando por la cuestión económica, de la que se encarga Laura María García. La secretaria de dirección explicó que al frente de un equipo de ocho personas que también lleva la comunicación y el protocolo, se encarga de los patrocinios y mecenazgos. Agradeció el apoyo de «empresas fieles que nos llevan ayudando muchos años» y sobre todo a los «mecenas individuales que a veces hacen un esfuerzo ímprobo».

Es necesario ese apoyo porque producciones como la última, la de Lohengrin, llego a involucrar a 216 trabajadores «entre coro, músicos, artistas, técnicos, administración, acomodación y el personal que contratamos para el servicio de cafetería porque era una ópera con dos descansos», detalló Varela, que describió gráficamente que cuando «se levanta el telón, empieza el vértigo» porque siempre hay imprevistos aunque hay protocolos para intentar que afecten lo menos posible. Y puso un ejemplo, cuando en la última temporada un cantante se puso enfermo en una función y «tuvimos los reflejos de poder hacer llegar al teatro en quince minutos a un suplente pero porque estaba ahí».

Se animó la jefa de sastrería a contar otra anécdota, cuando tuvieron que coser la cremallera trasera del vestido de Madame Butterfly en minuto y medio. «Todas las sastras llevan siempre una aguja con hilo de torzal. Llevan una riñonera con tijeras, agujas y hasta una tuerca para pendientes», enumeró. Susana de Dios aplaudió también la iniciativa para catalogar y reciclar todo el vestuario de producciones anteriores.

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