Operación: Rescate de anfibios en la piscina de Illas
Una treintena de personas aprende con Mavea la importancia de esta especie y la ayuda a sobrevivir antes del llenado del vaso
Los anfibios son, según los biólogos, «muy buenos bioindicadores de la calidad ambiental porque son animales a los que afecta mucho los problemas ambientales», así que el hecho de que el 50% de las más de 8.000 especies que hay en el mundo tenga problemas es para echarse a temblar. Por eso ayer Jaime Bosch, director del Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad del CSIC, quiso apoyar con su presencia el rescate de los anfibios que anidan en la piscina de Sollovio (Caizuela, Illas) antes del vaciado y llenado de la misma de cara a la época estival.
La actividad promovida por el grupo naturalista Mavea tiene un componente pedagógico que sirvió para que una treintena de personas, la mayoría niños, aprendiera la importancia de los anfibios y ayudara en la tarea de sacarlos de la piscina y trasvasarlos al río. Las indicaciones fueron sencillas: los naturalistas de Mavea los iban rescatando con redes y los voluntarios, con guantes, los metían en recipientes con agua que finalmente vaciarían en el río. «Lo mejor sería no tocarlos, pero no nos va a quedar otro remedio que hacerlo con cuidado», advertían desde Mavea.
Con el vaciado del vaso programado en el calendario, esta semana ya habían puesto en el agua unos tablones de poliespán cubierto de una tela para que los anfibios pudieran salvar la diferencia de altura entre el agua de la piscina y el terreno. Pero no todos lo logran y, antes de retirar la última gota de agua, se sacaron los tablones y de las telas se pudo recuperar también a muchas ranas, sapos, tritones y larvas de libélulas.
La iniciativa fue todo un aprendizaje para niños como Ares y Alma que, junto a su madre Almudena Álvarez, disfrutaron muchísimo. «Todos aprendemos», confirmaba ella. Guadalupe López fue con su hijo Javier al que le encantan los animales. «Sobre todo los acuáticos, pero meterme con ellos en el agua me da miedo. Bueno, en el río no», explicaba. Desde Oviedo se unió Elisa Vicente, de 12 años, a la que le gusta mucho la naturaleza pero, reconocía, «me da un poco de asco cogerlos». La suerte fue que no era obligatorio.
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