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«No habéis cambiado, tenéis la misma mirada de adolescente de hace cuarenta años». En el saludo que esta noche Pedro Herrero Pozo, el hermano moreno (ahora con sombrero) de Pecos, ofreció al público que había agotado las 4.000 localidades puestas a la venta en el Pabellón de Exposiciones de La Magdalena se encuentra la explicación del éxito de la gira del dúo madrileño y que se apuntó un nuevo diez con el concierto de Avilés.
Y es que los jóvenes que en los primeros 80 del pasado siglo llevaron al triunfo al grupo son los mismos que esta noche llenaban el recinto avilesino, el mismo espíritu de vivir, los mismos sentimientos. Tal vez un cambio en pelo más o menos drástico y las señales que aporta la vida. Pero las ganas de disfrutar y bailar se mantuvieron como bien se evidenció en la sesión previa de dj encargada de amenizar la entrada y espera.
Clásicos de la música en español, desde Tino Casal o Alaska y Dinarama a Camilo Sesto para ser cantados y bailados, incluso sin llegar a levantarse de las sillas.
La música fue la mejor compañía posible a un público venido de toda Asturias y de las regiones próximas, como León. Una señora aseguraba al entrar que arrastraba fiebre después de una semana enferma pero que con las entradas compradas desde hacía meses no iba a perder esta oportunidad.
Mónica, Paz y Yolanda se acercaron desde Gijón. La cita avilesina era una oportunidad para «revivir momentos» de un grupo que habían conocido en su pre-adolescencia y donde esperaban poder corear canciones como 'Háblame de ti' o 'Señor'.
La avilesina Mónica también había disfrutado de Pecos, así que convenció a Vanessa para aprovechar la oportunidad. «Está muy bien que se haga este tipo de conciertos; tiene que haber más», concluyó.
El aforo se distribuyó entre las dos plantas del pabellón, ampliamente distribuidas las sillas y con un espacio reservado para el público con dificultades de movilidad, una plataforma de fácil acceso para los seguidores en silla de ruedas que no quisieron perderse el concierto.
Pasados unos diez minutos de las nueve de la noche, terminó la sesión previa con un fuerte aplauso. Llegó el momento de preparar los instrumentos. Comenzó a salir el habitual humo por todo el escenario y la banda que acompaña a Pecos se colocó para la introducción: batería, dos teclados, uno de ellos con sintetizador, dos guitarras, bajo y un coro de tres voces: una chica y dos hombres.
La introducción fue el primer momento emotivo, especialmente cuando después de unas figuras abstractas aparecieron las primeras fotografías de Pecos en su juventud que despertaron los aplausos. La introducción, guitarrera y dando espacio a los teclados, ofreció un recorrido visual por la historia de Pecos hasta llegar a la actualidad.
Hasta que salieron Javier y Pedro, completamente vestidos de negro, para interpretar 'Déjala', la primera de las canciones para las dos horas largas que debía durar el concierto de anoche en La Magdalena.
'De espuma, arena y sal' fue el segundo tema, una canción de 1997, menos conocida que la anterior, y por la tanto, menos cantada por el público. Tras ella, fue el primero de los saludos. Ambos, Javier y Pedro, se dirigieron al público avilesino. Pedro aseguró que las asistentes (el público femenino era mayoritario) estaba igual porque «no ha cambiado la mirada adolescente de hace cuarenta años». Así que animó a cantar, a bailar y a gritar durante la velada antes de agradecer su presencia. Y ellas, y ellos, también lo agradecieron con sus aplausos, canciones y bailes; demostrando que habían llenado el pabellón con mucho más que nostalgia.
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