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Dos efectivos de Bomberos acompañan a Pepe Matas en la cesta que lo subió a su domicilio en Gutiérrez Herrero.

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Dos efectivos de Bomberos acompañan a Pepe Matas en la cesta que lo subió a su domicilio en Gutiérrez Herrero. José Simal

Solidaridad, nervios e insólitos traslados en Avilés durante el apagón

Sin apenas incidentes en el tráfico a pesar de la falta de semáforos, en Avilés hubo que suministrar cubas de agua en algunos puntos

Lunes, 28 de abril 2025, 23:26

El apagón dejó este lunes una estampa insólita de Avilés que, no obstante, siguió funcionando con relativa normalidad. La mayor parte de los comercios cerraron sus puertas por la imposibilidad de realizar cobros, y otros muchos se mantuvieron forzosamente abiertos porque no podían cerrar físicamente al fallar el suministro para bajar los portones, aunque poco a poco se fueron apañando para poder clausurar los establecimientos.

El fallo eléctrico sorprendió a decenas de avilesinos en el ascensor. Buena parte de ellos lograron salir por sus propios medios, gracias a vecinos y presidentes de comunidades, pero los servicios de emergencia tuvieron que rescatar a cuarenta de ellos. Otros muchos, principalmente personas con problemas de movilidad, tuvieron graves problemas para acceder a sus domicilios. Fue el caso de Ángel Suárez, al que una ambulancia llevó a casa en su silla de ruedas poco después de la una tras un tratamiento de diálisis en el Hospital Universitario San Agustín, pero que se quedó horas en el portal porque no podía subir al séptimo piso en el que reside. «Ya he estado en tres bares y en ninguno tienen comida».

Los bares estaban llenos, pero apenas podían servir algunas bebidas. En el Edén, en Doctor Graíño, un grupo de trabajadores de AZSA esperaba que se pusiera en funcionamiento un camping-gas para poder tomar un pincho. El ambiente era tranquilo pero la procesión iba por dentro. «Nunca me pongo nervioso pero hoy estoy asustado», aseguraba Jaime Fernández.

El de la comida fue uno de los principales problemas en los primeros momentos, y así se formaron largas colas en las panaderías. Los supermercados, en cambio, aguantaron poco abiertos. Sí funcionaron con normalidad tanto El Corte Inglés como Mercadona, que disponían de generadores.

Con dichas fuentes de energía o con grupos electrógenos pudieron funcionar a medio gas también otras instalaciones como el albergue de transeúntes, el edificio Fuero, donde se encuentran acogidos ochenta estudiantes de la localidad francesa de Saint-Nazaire, o el asilo, al que la Autoridad Portuaria cedió gasóleo para la generación de electricidad.

A pesar de lo insólito de la situación, lo cierto es que apenas se registraron incidentes de gravedad. Sin regulación semafórica, apenas se registraron algunos golpes y un accidente a media tarde en Los Canapés que se saldó sin heridos.

Mientras ferreterías y bazares agotaban linternas, pilas y hornillos de gas, la Policía Local distribuyó emisoras en los puntos más críticos, como el hospital o los centros de mayores, para poder atender las posibles incidencias, mientras se coordinaban desde la comisaría de José Cueto. Se optó por situar patrullas en distintos puntos de la ciudad para servir como referentes y poder recabar los problemas de la ciudadanía.

En el hospital se atendieron las urgencias y se aseguró el suministro a la UCI y los quirófanos, pero a los centros de salud no llegaba la energía y solo pudieron resolver algunas urgencias. También hubo problemas puntuales con el suministro de agua y fue necesario trasladar cubas a un bloque de viviendas en El Alfaraz y unas pocas viviendas aisladas en Piedramenuda y en Llaranes.

María, Pepe y las decenas de auxilios de las fuerzas de seguridad

María Martín tiene 98 años, además de una cadera y un brazo rotos. Este lunes salió del centro de día al que acude habitualmente y no tenía forma de llegar a su hogar, en un quinto piso de la calle Juan XXIII, hasta que dos agentes de la Policía Local acudieron en su ayuda. La portaron cinco pisos en su silla de ruedas, no sin dificultad. La vuelta a casa de Pepe Matas, en Gutiérrez Herrero, fue más espectacular. Subió en una cesta de bomberos, y sin perder el humor. Cuando ya pudo respirar tranquilo en su domicilio, lo agradeció con una canción de Carlos Cano.

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