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Nada más entrar en la sala una obra de gran formato de Javier del Río conduce inequívocamente a Gijón, el lugar de vida y origen ... de los nueve pintores con los que se revela y retrata a través de su arte el siglo XX de la mano de la colección Fernández Ugarte, que cuenta también mucho sobre el mercado creativo, sobre cómo el arte se propagó por una ciudad siempre hambrienta de belleza. Evaristo Valle, Nicanor Piñole, Mariano Moré, Aurelio Suárez, Orlando Pelayo, Antonio Suárez, Joaquín Rubio Camín, Javier del Río y Pelayo Ortega son los autores elegidos para trazar ese periplo que arranca en torno a 1918 y conduce de la mano de Ortega, el único vivo, al siglo XXI que nos ocupa.
Hasta el 25 de mayo se puede visitar esta muestra comisariada por el equipo del propio museo. «Es un proyecto interesante porque está vinculado con el comercio artístico y las galerías gijonesas, desde los que serían los últimos años de entreguerras, a través de la figura de Félix Sevilla del Valle, que es un personaje que comienza muy joven a trabajar en una galería de arte, que después trabajó en Cristamol y que muchos en Gijón conocerán por la tienda Félix de marcos y molduras», relata Gretel Piquer. Es Félix el abuelo de otro Félix, Fernández Ugarte, que heredó su gusto por el mundo del arte e inició una colección que se ha hecho inmensa. No quiere el coleccionista un protagonismo que sí aspira que recaiga en el personaje de su abuelo, uno de cuyos cuadros, un Piñole, sí forma parte de la muestra.
Es un relato que arranca con Valle, Piñole y Moré, y se adentra en «cómo ellos se transforman en maestros de esas otras generaciones, como Suárez y Camín y todos los que han venido después, como Aurelio Suárez, Orlando Pelayo, una figura que nace en Gijón y tiene una trayectoria internacional, y en última instancia Javier del Río y Pelayo Ortega, que ni conocen Cristamol ni ese mundo, pero están muy vinculados a esa generación anterior a través de galeristas como Eduardo Vigil o Amador Fernández», relata la responsable de comisariados del museo para desvelar la hilazón de la exposición, que más allá de las palabras entra literalmente por los ojos a través de toda la belleza de los paisajes de Valle o Piñole, la delicadeza y luz de un pequeño bodegón de Camín, toda la magia que derrochan los gouaches de Aurelio Suárez, la oscuridad del poblado minero que pinta el añorado Javier Javier del Río...
Hay conexión no solo entre unas obras que retratan ese siglo XX de pintura y cómo ha ido evolucionando, sino también entre los diferentes artistas. «Es un resumen de lo que ha sido la escena artística en Gijón a través de los diferentes actores», señala Piquer, que destaca la gran cantidad de registros temáticos y temporales de estos autores que se han recopilado.
No fue fácil elegir las obras entre tanta belleza acumulada por Fernández Ugarte: «La colección de la que sale es muy amplia y para intentar acotar nos centramos en pintores gijoneses», concluye Piquer.
Será el domingo cuando se inaugure oficialmente la muestra para cuya presentación ha escrito un texto el profesor de la Universidad de Oviedo Juan Carlos Aparicio. Él resume así la ligazón de los creadores: «Todos ellos produjeron sus artefactos, cada uno con sus colores, formas y argumentos (naturalezas muertas, paisajes urbanos y rurales o escenas de género) y, sin embargo, cuentan con un aire que confiere todavía identidad a la escena gijonesa».
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