De la pureza de la forma
Ver / sentir / habitar. Las pinturas de Lisardo Menéndez y las esculturas de Tanadori Yamaguchi inundan la galería Aurora Vigil-Escalera hasta el 28 de octubre
Lisardo Menéndez (Mieres, 1960) y Tanadori Yamaguchi (Nagoya, Japón, 1970) han invadido el espacio de la galería de arte Aurora Vigil-Escalera para recordar al ... espectador los principios de la sencillez. De las formas en negros, grises y rojos con las que Menéndez crea una profundidad absorbente, hasta el trabajo escultórico de Yamaguchi, que convierte en orgánico el mármol, la madera o el granito, el recorrido por estas obras es un descanso para la vista, que recae sin distracciones sobre formas puras, geometrías estables y colores primitivos. «La rigurosa pintura de Lisardo y las sensuales esculturas de Tadanori invitan al espectador a acercarse a un ámbito estético de extraordinaria serenidad en el que se busca y presenta lo esencial», resume con acierto Fernando Castro Flórez, quien firma el texto de esta exposición.
'Ver / sentir / hablar' presenta dos lenguajes que parten de distintas aproximaciones a la materia pero que encuentran un lugar común en la sensibilidad con la que ambos autores desarrollan sus universos plásticos. El mierense, que expone en paralelo en el Museo de Bellas Artes de Asturias, ha elegido presentar aquí obras carentes de toda luz en las que predomina la oscuridad del negro en contraste con pequeños elementos de un rojo intenso. Elegantes, equilibradas y con una profundidad que se crea con planos superpuestos en perfecta geometría, sus trabajos huyen del artificio y haciendo uso de «angulaciones pictóricas», describe Castro Flórez, «sugiere aperturas hacia espacios de esperanza».
El escultor japonés, afincado en asturias desde 1997, hace lo propio con la escultura: la dureza del material se desvanece para dejar a la vista formas sensuales, orgánicas y pulidas. Sentirá el espectador ganas de tocarlas, de apreciar su textura, de comprobar la temperatura del mármol; sepa entonces que el artista las presenta en este espacio esperando que quien así lo necesite se aproxime a ellas también con el tacto, perciba «sus vibraciones, sus curvas y vértices e, incluso, el sonido que emite el contacto», comparten desde la galería. «De este modo, el público interviene en la construcción de conocimiento a través de los sentidos, las emociones y la habitabilidad de la sala».
Es una experiencia sensorial, de calma, de una sensibilidad que trasciende lo plástico, que demuestra la capacidad del arte para engrandecer, abrumar y seducir desde lo más sencillo cuando la composición se libera de todo lo superfluo. «Al contemplar los cuadros de Lisardo y las esculturas de Tadanori experimentamos un tono de intensa serenidad», asegura Castro Flórez. Ver, sentir, hablar y tocar; una oportunidad única que se extiende en la galería gijonesa hasta el 28 de octubre.
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