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AZAHARA VILLACORTA
GIJÓN.
Domingo, 7 de agosto 2022, 10:15
Si decir Festival Intercéltico de Lorient es, entre otras muchísimas cosas, hablar del reino de la gaita, el Trofeo MacCrimmon (anteriormente, McCallan) es lo máximo ... a lo que puede aspirar un gaitero. Y eso es lo que consiguió ayer tarde el sierense Fernando Vázquez Cárcaba (Lieres, 28 años). Así que la emoción se imponía y dejaba sin palabras, según acertaba a contar desde tierras bretonas tras bajarse del escenario, donde interpretó cinco minutos de música asturiana, otros cinco de composiciones gallegas y cinco más de piezas bretonas: «Ahora mismo, me apetece romper a llorar o ponerme a dar gritos». Porque no solo «era el único concurso que se le resistía» hasta ese momento a quien ya lo ha ganado todo, sino que, además, era la sexta vez que competía y «ya casi había perdido la ilusión. Pero no hay nada más cierto que el que la sigue la consigue».
«Había quedado dos veces tercero y dos veces segundo. Hasta que, en 2019, se produjo un empate en la primera posición que, como siempre se hace aquí, se resolvió premiando al más joven», explicaba cómo se quedó a un palmo del trofeo.
«Pero ahora, al fin, es mío y mañana mismo (por hoy) lo tendré en las manos», resumía una sensación que todavía no terminaba de creerse quien comenzó con solo nueve años a dominar el roncón y el puntero de la mano de su maestro, Eugenio Otero. Y que, además, añade a este trofeo otro hito: haberlo ganado con dos gaitas fabricadas por él mismo en su taller de Lieres, «algo que ya consiguió hace muchos años 'El Pravianu'», recordaba.
Fue así cómo Fernando Vázquez Cárcaba -también director de la Banda de Gaites de Onís y de Conceyu Siero, además de tocar en la Bandina Les Campes- se impuso a otros tres gaiteros asturianos y cuatro gallegos hasta alcanzar al olimpo del fuelle. Un triunfo que dedicó por partida triple: «A mi familia, por aguantarme; a mi maestro Eugenio Otero, por enseñármelo todo, y a mí mismo, por ser tan cabezón y no rendirme».
Pero no fue el de Fernando Vázquez el único talento que ayer brilló en Lorient, porque la personal visión de este norte firmada por el artista Ricardo Villoria, siempre transgresora y reivindicativa -un universo donde encontrar una madreña impresa en 3D junto a proyecciones y fotografías que muestran el agónico proceso de abandono y deterioro del mundo rural, pero también la Asturies social, obrera, industrial, decadente e hipnótica-, abrió ayer sus puertas en el Festival Intercéltico, donde las gaitas ya mandaban desde bien temprano gracias a la masterclass ofrecida por el gallego José Manuel López (Josele) y los asturianos Fabián Fernández y Javier Menéndez. Una jornada en la que el festival recuperó sus 'Horizons Celtiques' con la participación del grupo folclórico Trebeyu y de la banda de gaites Llacín.
Y otro momento para la historia de esta cita que derrocha asturianía en su edición número 51 -con 25 grupos de la tierra, más de 200 personas desplegadas en suelo bretón- , llegó por la noche, en un teatro también emocionado, con el concierto que corrió a cargo de Mapi Quintana en homenaje al añorado Elías García y que contó con la presencia de la consejera de Cultura, Política Llíngüística y Turismo del Principado, Berta Piñán. Resultó su 'Música pa tornar páxaros' un bálsamo y un grito que hoy darán paso a la Grand Parade del epicentro de las naciones celtas.
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